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Revista de ArteS
Buenos Aires - Argentina
Edición Nº 54 - Mayo 2016

   
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LITERATURA

Acerca de los perfumes.VII

 

Por el Dr. Felipe Martínez Pérez

Si los censores y Santos Padres de la Iglesia habían escrito que el lujo pone en peligro a la familia, se demuestra que no se sienten obligados a la teoría, pues en la práctica y a la sombra de las nuevas relaciones económicas, entre los dueños de tierras y ganados y diversos comerciantes en ascenso, descuellan los perfumes como parte de la ostentación. Los caballeros hacen la guerra porque les gusta, pero sobre todo por los réditos; a su vez necesitan de la jactancia y vanagloria, algo que logran de forma harto refinada con sus mujeres en exhibición. Estas son un verdadero muestrario de las posesiones y rentas y llaman la atención mostrando sus cuerpos, sus vestidos, sus peinados y ungidas con los perfumes más valiosos y exóticos que las tornan más deseables. La mujer medieval que cuenta con rentas goza de una gran libertad pues delega un sinfín de tareas del hogar en subalternos, incluidos los propios hijos, a los que generalmente no amamanta. No ocurre lo mismo con la villana que todo le cae encima,  incluidos los perfumes más baratos, pero que también envuelve a su cuerpo deseable en una atmósfera esplendorosa. Es importante destacar que así como los “afeites” mediatizan la belleza, los perfumes, por el contrario, apuntan más alto. Parten de la belleza y la refrendan, a la manera de un broche de oro seductor.

Valga el ejemplo de don Rodrigo Ponce de León que por 1471 regala a doña Beatriz Pacheco,  para el día de la boda y como heraldos de mórbidas atmósferas “un pedazo de mejui, un envoltorio con polvos de Alejandría, un cornezuelo de algalia, un envoltorio de almizcle y una cajita de ámbar” (1)  que no es poco, y hasta quizás tengan más fuerza que la propia flecha de Cupido. La belleza suscita a la mirada ajena. El perfume desde su intangibilidad manifiesta, llama persistentemente a la mirada con el indirecto artificio del olfato. El perfume cuanto más apela al instinto mayor carga seductora posee. Cabe pensar en las notas que llevaría el perfume  de Lesbia, amante de Cátulo, al punto que éste escribe a Fábulo que cuando lo huela quedará tentado de pedirle a los dioses lo conviertan en nariz. Curiosamente muchos siglos después, una nariz sería la protagonista de un bello e interesante libro titulado El perfume.

Ha de ser por el Renacimiento cuando todo lo relacionado con los afeites se reflejen con fuerza inusitada en la literatura y el arte. Incluso en los textos de los grandes médicos, los perfumes aparecen hasta la saciedad. También es cierto que los grandes cambios económicos van en ascenso y de forma paralela la sexualidad se muestra exacerbada. Y a pesar de que en España la pequeña burguesía no tiene la fuerza de otros países europeos, se asiste, no obstante, al lujo desenfrenado y a una revalorización de los cuerpos en que la belleza pretende ser patrimonio de clase,  a la vieja usanza de Platón o Aristóteles. Formas, volúmenes y la piel como sutil revestimiento donde se manifiesta el erotismo con una fuerza nunca vista; o quizás, porque se lo refleja con mayor ahínco en pintura y literatura. El cuerpo en el tocador, desnudo o a medio vestir, aparece en cientos de grabados y caricaturas que andan por los caminos demostrando que la moral pregonada en nada se parece a la moral que reina en la sociedad; y son las capas acomodadas las que adquieren pinturas, estampas y sabrosos grabados.

Parece que Isabel la Católica, echó de su lado a un soldado cargado  de aromáticos efluvios espetándole que, “á las mujeres no cometo yo, las empresas militares: con los que huelen á ajos, y vienen cargados con el morrión, y el peto, es con quien comunico yo estos negocios”.(2)  No me imagino al Gran Capitán oliendo a ajos; y suponiendo la reina haya dicho lo anterior, que mucho le gustaban los perfumes, en poco se parece original, que ya se le habían anticipado Catón, entre otros,  pues cuando hubo de nombrar al jefe del ejército para la guerra, adujo “no vaya Pluvio, aunque es mi pariente, porque nunca le he visto venir descalabrado de la guerra, y siempre lo veo andar muy oloroso”. (3) Pues bien, el oloroso romano, es el vencedor en Estolia, y gustaba de recrearse con los poetas y fomentar la literatura, y Catón tan austero que ni siquiera se unge en los baños, solo repara en censurar, hoy un ornato, mañana el refinamiento y todos los días los cosméticos, pasando a la historia como Catón el Censor.

Advierto que va por aquí doña Isabel por la alta razón de ser ella quien trae el Renacimiento a España. La reina se desvive por los perfumes y gasta en ellos cifras importantes. En palacio tiene aparatos para destilar aguas olorosas. También compra perfumes ya preparados o las sustancias básicas para confeccionarlos, que tanto aplica sobre su piel, cabellos y vestidos, o los deja al azar por los rincones en pomas que lo vierten lentamente por sus orificios. O los quema en hermosos pebeteros e incensarios por las estancias palaciegas y pabellones de campaña. Como se sabe, estuvo más en camino que en palacio. Son impresionantes las cantidades de almizcle, estoraque, ámbar y algalia que se hallan celosamente guardados en “caxonçicos”, “buxetas”, bolsas de terciopelo, redomillas de vidrio y de plata, cuernos y cornezuelos, botes, pomas, vasos de vidrio, “veringenas”, ampolletas, “caxuelas”, “taleias”, “talegonçillos”, jarrillas, barrilejos, etc. Bien como simples trocillos, cuentas, papos, “pedaçuelos”, “torticas”, pastas, pastillas, bálsamos, polvillos o aguas que tanto se pueden rastrear en la Testamentaria  en que se hace recuento de sus bienes, como en las Cuentas de palacio que llevan los tesoreros, y asientan los pagos cotidianos de cuanto necesitan en la guerra y en la paz.

A vna vieja que truxo agua de azahar, 1000mrs.

A Abraen de Robledo, 20 florines de merced, por cierto almizque  e otras cosas, que dio a Su Alteza, que monta 5.330 mrs.

Costo vna alquitara para sacar aguas veynte reales

Vn perfumador de alambre (para la Infanta Catalina)

Dos barriles de estaño, para echar agua de azahar

A Pedro de Segovia, seys reales, para adobar vn espejo e faser vn tornillo para sacar azeytes, 186 mrs.

Vn arca para tener çiertos botes e medeçinas

 

-Seys perfumadores de plata, blancos, de fechura de ençensarios

-Costo vn alnafre de cobre, para hacer perfumes, 754. (4)

A la muerte de la reina salieron a la venta en almoneda pública los perfumes y olores que quedaban, la algalia obtuvo precios más altos que obras de arte tan importantes como el retablo de Juan de Flandes compuesto de 47 tablas que obtuvo solamente 205 ducados, dándose la paradoja que las tablas mejor pagadas no superaban el valor de una onza de algalia. No era para menos pues bien que sabían las compradoras del especial y necesario cuidado de los perfumistas al manipular la algalia, pues una simple gota de más echa a perder todo el trabajo produciendo una verdadera catástrofe. Como es de suyo, perfumes de tan encarecido valor, más el agregado de pertenecer a la Reina, fueron adquiridos por algunas damas de la fallecida y por mujeres y hombres de vida regalada; y hasta el Obispo de Osma marchó contento y oloroso después de adquirir una redomilla de bálsamo fino.

De tal manera se puede entrever en la fina letra de una almoneda las múltiples vibraciones producidas en un estamento singular, y ver en la práctica las enseñanzas de médicos y perfumistas o las lecciones de Plinio, Dioscórides o Galeno, cuando refieren y dividen en simples y compuestos. Tales, entre los primeros, las aguas de azahar y rosadas y entre los segundos una buena cantidad de mezclas en forma de bálsamos y ungüentos en los que se podría asimilar la persistencia de las distintas notas de salida o de base; otra importante observación está en el mérito de la conservación que, como mandan los entendidos, las “rredomillas” se hallaban tapadas con “çera blanca y vn pergamino ençima”.

-Vna arca en que auia 5 rredomas e dos barriles de barros de todas aguas. Vendiose en el arca a  Doña Ysabel de Auila.

-Vendiose a Dª Ynes Marrique otra arca en que yuan  5 rredomas de agua por dos ducados, 750mrs.

-Vendiose a la Marquesa de Denia 2 arcas en que yua en cada  v na 6 rredomas por 2.380.

…………………………………….

-Vendiose a la muger de Fernando de Çafra otras tres rredomas de aguas pequeñas por 8 rreales

-Vendiose a Dª Mençia de Ayala vna arca de madera blanca con 12 caxonçicos que yua en cada caxon vna rredoma pequeña de agua en que ouo 12 açumbres que montaron 836 rreales, que montan 884mrs y valen las rredomas 20 mrs. Y el arca 170 que monta todo 1.174 mrs

………………………………………

-Vendiose al escribano de rraçion 2 rredomas de agua almizcada y otra de azahar por vn ducado, 375mrs.

………………………………………………………….(5)

He anotado lo que me ha parecido, sin entrar en  valores, para tener una idea de que había en las recámaras de la reina o de sus damas o azafatas y mujeres de la nobleza. También hay que sumar perfumes que se hallan contenidos en  relicarios, canuticos, “ynçensarios” caxicas y particularmente las pomas y “anus Dey” que guardan en su interior pellas de perfumes y que la reina como todas las damas llevaban colgadas del cuello o entre las ropas esparciendo de continuo olores de ámbar o de algalia.

-Mas vna poma de oro, que se abre por medio de vn tornillo, labrada de vna rred y en cada cruz de la redesica vna rrosyca de esmalte blanco e rosicler, e por medio vnos granos de esmalte negro, que tiene vna asyca de que se cuelga e una sinta e tiene la dicha poma dentro vna pella confaçionada de olores, que pesa todo junto vn onça e siete ochavas e ocho granos, es de ley de veynte e dos quilates; estaba apresçiada la hechura en seys ducados. Tornose a pesar syn anbar e peso 1 onça 3 ochavos 2 granos; valen 3.875 e de la hechura 2.250 que son todos 6.125. Vendiose a mosen Esarloque por estos 6.125.

-Vna caxica rredonda como anus Dey labrada de hilo de briscado, con dos hilicos e tiene vna asyca de que se cuelga, que está lleno de anbar, que peso todo junto seys ochavas e vn tomin de oro de castellanos; estaba apreçiado de hechura vn castellano. Vendiola Lope de Mesa a Montalvo por 2.174.(6)

(1) Sotto, Serafín María de. Conde de Clonard. Discurso histórico sobre el trage de los españoles desde los tiempos más remotos hasta el reinado de los Reyes católicos. Memoria de la Real Academia de la Historia. Madrid. 1879. T. IX.

(2) Ortiz, Lorenço. Ver, Oír, Oler, Gustar, Tocar; Empresas que enseñan, y persuaden su buen vso, en lo Político, y en lo Moral. Leon de Francia. 1687

(3) Ortiz, Ob. Cit.

(4) Cuentas de Gonzalo de Baeza. Tesorero de Isabel la Católica. Ed. Antonio de la Torre. Madrid. 1955.

(5) Torre y del Cerro, Antonio de la. Testamentaria de Isabel la Católica. Barcelona. 1974.

(6) Rodríguez Villa, Antonio. La Reina doña Juana la Loca. Madrid. 1892.

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ACERCA DE LOS PERFUMES - PARTE I
ACERCA DE LOS PERFUMES - PARTE II
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ACERCA DE LOS PERFUMES - PARTE V
ACERCA DE LOS PERFUMES - PARTE VI

 

 

 

   
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