© Revista de Artes Nº 10 - Agosto 2008
Buenos Aires - Argentina
LA ICONOGRAFÍA DE LOS TEMPERAMENTOS HUMANOS
Santiago Sebastián
(Fragmentos)
(…) Frente a la unidad simbólica de la imagen del hombre en abstracto, el ser humano, por introspección de sí mismo y por tradición histórica, ha tenido conciencia de que los hombres eran distintos unos de otros, (…)
(...) Desde los estudios de Galeno e Hipócrates son definidos como los temperamentos, es decir, la mezcla en proporciones variables en cada hombre de los humores fundamentales: linfa, bilis, nervios y sangre, origen de los cuatro temperamentos según el humor que predominara: el flemático, el melancólico, el colérico y el sanguíneo. (…)
(...) Tales humores estaban en relación con los cuatro elementos y originaban los aludidos temperamentos. El fuego ocasionaba la cólera o bilis amarilla; por eso se caracterizaba por su calor o sequedad y correspondía a la edad de la viril madurez y al verano. Con el agua se relacionaba la flema, que era húmeda y fría, y se correspondía con la noche, el invierno y la ancianidad. Al aire se refería la sangre, que era húmeda y caliente, y se igualaba con la primavera, la mañana y la juventud. Por último, la melancolía o bilis negra, que era seca y fría, hacía referencia a la tierra y se la relacionaba con el otoño, el atardecer y el inicio de la vejez a los setenta años.(...)
(…) En realidad, los humores no están equilibrados y uno de ellos predomina sobre los demás de tal manera que cada hombre puede ser clasificado por su constitución como sanguíneo, colérico, flemático o melancólico según sea el predominio del humor correspondiente. Cada uno de estos tipos determina una complexión física propia: corpulento, esbelto, delicado, robusto, etc.; tiene, además, un determinado color la piel y el cabello; es propenso a determinadas enfermedades y posee también unas cualidades morales e intelectuales propias . (1) E. Panofsky, Vida y arte de Alberto Durero, tr. Madrid, 1982, pp. 105 y 171-173.
LA MELANCOLIA" DE ALBERTO DURERO- 1514 Este grabado pertenece una serie dedicada a los cuatro humores del cuerpo humano: melancólico, flemático,
colérico y sanguíneo.Estas ideas sobre la psicología humana eran tan comunes que hasta figuran en el Calendario de los Pastores de Guyot Marchant, en un grabado en que aparecen los diversos temperamentos humanos acompañados de un animal o manera de atributo, así, vemos un león junto al colérico porque su naturaleza es de fuego; hay un mono al lado del sanguíneo porque su naturaleza es aérea; junto al flemático está un cordero que se corresponde con la blandura del agua; y, finalmente, un cerdo junto al melancólico, ya que ambos se relacionan con la tierra.
Más corriente fue la forma de tipificar los temperamentos por medio de cuatro hombres de pie, con diferente edad y profesión, que derivaban de los ciclos helenísticos alusivos a las Cuatro Edades del Hombre. Panofsky publicó una xilografía alemana del tercer cuarto del siglo XV: el sanguíneo es un halconero joven, que pisa una banda de nubes y hace referencia al aire; el flemático es un burgués obeso, que está sobre una charca; el colérico es un tipo belicoso que camina sobre el fuego y esgrime una espada; el melancólico es la figura de un anciano avaro con los pies sobre la tierra. Casi al mismo tiempo tenemos una tipificación semejante en las ilustraciones del Tesoro de los Pobres, manuscrito valenciano a manera de enciclopedia, en el que en su folio 134 v. vemos una representación de los temperamentos: el colérico por medio de un paje, portador de una enorme espada, que está rodeado de llamas; el sanguíneo es un joven cazador con un halcón en la mano y aparece sobre nubes para indicar que hace referencia al aire; el melancólico es un monje, que está de pie sobre la tierra hendida; y, finalmente, al flemático lo representa una monja, que aparece de pie sobre un depósito exagonal de agua; en las inscripciones se hace constar que los dos primeros son cálidos, y los dos últimos, frígidos- (Códice n.° 902 de la Biblioteca Universitaria de Valencia. A. Villalba Dávalos, La miniatura valenciana de los siglos XIV y XV. Valencia, 1964. Los reproduje en mi libro: Iconografía medieval, p. 50.)
Estas imágenes e ideas estaban muy extendidas durante el siglo XV y hasta un libro tan popular como El Corbacho, de Alfonso Martínez de Toledo, llamado también el Arcipreste de Talavera, que lo escribió en 1438, trata en su tercera parte de estas cuestiones.
Lo que interesa por ahora es ver cómo estas ideas sobre los temperamentos humanos han influido en la Historia del Arte, dando origen a variantes iconográficas dignas de tenerse en cuenta. El primero en hacerse eco de las mencionadas ideas medievales de los temperamentos en su relación con el pecado original fue Durero en su grabado de La caída del hombre, obra de buril, fechada en 1504.
Adán y Eva están a ambos lados del Árbol del Paraíso y junto a ellos cuatro animales el alce, el conejo, el gato y el buey, que reflejan la melancolía, la sensualidad sanguínea, la cólera y la flema respectivamente.
El artista alemán se hacía eco de las ideas de la monja Hildegarda de Bingen, que explicó las diferencias temperamentales por causa del pecado original, que motivó el desequilibrio de los humores y, por tanto, originó los temperamentos. González de Zárate ha llamado la atención sobre un papagayo que hay en una de las ramas, animal que remite a la idea de prudencia y vigilancia (...)
(...) El grabado de Durero fue muy conocido, y otros artistas del siglo XVI volvieron sobre la composición, como ha señalado González de Zárate. Así Jan Saenredam (1556-1607) nos presenta como animales emblemáticos al perro (melancolía), al gato (cólera), a la rana (sanguíneo) y al zorro (flema).
Otro grabador importante, Goltzius (1558-1616) nos presenta en su
Adán y Eva como animales alusivos a los temperamentos: el perro
(el melanc ólico), el león (el sanguíneo), el puerco-espín (el colérico) y
el alce (el flemático).
La pintura más bella fue la de Cornelis van Harlem (1562-1638), un artista de transición al Barroco, que sigue aún bajo la inspiración de Durero.
El cuadro del Rijksmuseum de Amsterdam nos presenta cuatro animales: el gato, el mono, el perro y el caracol, que harían referencia a los temperamentos humanos: colérico, sanguíneo, melancólico y flemático; mas este artista de Harlem introdujo una novedad, el gato y la mona se abrazan cariñosamente para señalar que el pecado fundamental de Adán y Eva fue de lujuria (la mona) y de sensualidad (el gato), porque no guardaron la vigilancia (aquí señalada por una lechuza) que requería la orden divina. Por otra parte, ese abrazo del mono y del gato tal vez aluda a esa armonía entre los animales que había en el Paraíso y que se perdió desde este mismo instante del pecado original (E. Foucart-Walter y P. Rosenberg: El gato en el arte. El gato en la pintura occidental de los siglos XV al XX. Tr. Ed. Mondadori, Madrid, 1989,pp.84-5).
FUENTES:
Textos: SEBASTIAN, Santiago :LA ICONOGRAFÍA DE LOS TEMPERAMENTOS HUMANOS - REVISTA VIRTUAL DE LA FUNDACION UNIVERSITARIA ESPAÑOLA -http://www.fuesp.com/revistas/pag/cai0814.html
Imágenes: la web.
Carl Nielsen, Sinfonía nº 2, Opus 16,
"Los cuatro temperamentos"