El contenido de esta página requiere una versión más reciente de Adobe Flash Player.

Obtener Adobe Flash Player

 
 
 
 
 
 
 
 


 
 
 
 
 
 


 
 
 
 
 
 
 
 


 
 
 
 
 
 


El contenido de esta página requiere una versión más reciente de Adobe Flash Player.

Obtener Adobe Flash Player

 
Literatura

Buenos Aires - Argentina
Año X - Nº 41 - Nov. / Dic. 2013
PORTADA   TEMARIO   INDICE TEMATICO   N. ANTERIORES   CONTACTO   QUIENES SOMOS

Acerca de los zapatos. Parte II - LEER PARTE I

Felipe Martínez Pérez

     El dinamismo de las sociedades por el medioevo  lleva a sus gentes a dar suma importancia al calzado. Además de las guerras, hombres y mujeres son dados a largas traslaciones como consecuencia de negocios y de los milagros y portentos de algunos santos,  capaces de atraer  a infinidad de devotos locales, del entorno o del extranjero. El Camino de Santiago está hecho con miríadas de pisadas de romeros europeos, calzados o mal calzados. La necesidad lleva a la confección de distintas calidades de zapatos; para la gente de alcurnia de buena terminación y muchos adornos aunque paradójicamente  marchan a caballo, y para los caminantes serán duraderos aunque de tosca factura. El secreto del negocio  se sustenta en hacer zapatos de calidad, en que se resuma la resistencia con la comodidad, algo que todavía se hallaba muy lejos de encontrarse, por lo tanto continúan con la profusión de ornamentos. Por el siglo XIII la refinada artesanía llega a introducir bellos aderezos en dorso y costados al punto que es necesario un ordenamiento para que no cualquiera pueda abastecerse de buen  calzado, propios de las gentes de regalo. 


Imagen insertada por Revista de Artes::©I.Marc Carlson. Footwear of the Middle Ages

     Durante los siglos XIII y XIV, España es el centro europeo del calzado. Córdoba destaca por encima de todas las demás ciudades gracias a las excelencias del cordobán. Era tal el apogeo de la industria cordobesa, que exportaban a los reinos europeos, en particular a Francia, al punto que de cordobán proviene el vocablo “cordonier” que designa en esta nación al oficio de zapatero. Se podría decir que el cordobán era lo suficientemente resistente para su fama y a la vez muy delicado, a lo que sumaba la perfección artesanal de aplicaciones y ornatos. Proveniente del cuero de la cabra o del macho cabrío, la esmerada curtiembre permitía variedad de colores, entre los que descollaban rojos, blancos y negros. El famoso Fuero de Zurita se ocupa en particular de la calidad de los cordobanes y de sus falsificaciones:  

El zapatero que çapatos carnerunos por de cordovan, o de vadana por guadameci vendiere peche I maravedi al querelloso et al preboste de los çapatos…

Todo aquel que avarcas o suelas canteare peche I maravedi al preboste

Todo zapatero que al dia establecido la obra fecha non diere torne la Sennal doblada.

El zapatero cosga los çapatos, et si por costura fallecieren fasta que la suela sea rota, pendrel el preboste por I maravedi et fagaiellos decabo coser.(1) 

     De alto valor eran los rojos y de tal color los pide la serrana a su pretendiente, en trueque por recibir las prendas rosadas de su piel en flor,

e dame çapatas,
Bermejas, byen altas,
De pieça labrada…(2)    1037

     Si por un lado se ponían trabas al excesivo lujo, por otro se llega a prohibir la exportación, como se puede apreciar en la Partida I. Sin embargo, no se hizo caso de tales leyes y aunque en menor cantidad salían cordobanes a otros  reinos. Américo Castro con los Aranceles de la Aduana en la mano dice que “et cabrunas et cordouan deuen dar de peaie. III dineros la docena”.(3) 

     El calzado por el reinado del rey Sabio toma distintos nombres a partir de sapa que significa lámina y que relaciona el nombre con la suela y por ende con el hecho de ser planos. Un nombre que quizás viene de los celtas, pues llaman sab al pie. Zapata era el calzado que usaban las mujeres y tenía distintas alturas semejando botines o botitas. Las portan generalmente las mujeres de las capas superiores, aunque no todos están de acuerdo en tal concepto, pues hay quien dice era al revés y tales calzados los llevaban las del llano. Sin embargo, por boca del Arcipreste de Hita que da muchas señales del calzado en uso, la serrana pide calzado de valor. Y no cabe duda, tienen aire de botitas: 

Dame çárçíllos e hevilla     1004
de laton bien reluziente,
e dame toca amarilla
bien listada en la fruente,
çapatas fasta rodilla,
é dirá:
Bien caso Menga Lloriente. (4) 

     En el verso 441 dice, que las trotaconventos, que  son muy andariegas y hacen muchos favores y negocios bien “merecen las çapatas”. Existían además otras clases de zapatos de diversas formas y estilos. Las estivales a la manera de botas anchas de pie y las huesas un tanto flojas, para abrigo y protección. Para los días de lluvia los zuecos y galochas que ya las mujeres, habían encontrado la manera de subirse a ellas, como más tarde lo harían con los chapines para parecer más altas. Llevaban suela de madera y cuero siendo reservadas para el invierno. Muchos de los modelos los calzaban ambos sexos e incluso los monjes y monjas, aunque debieron ser prohibidos porque el ruido que hacían rompía la paz de claustros, celdas y coros. Es imprescindible, para entender verdaderamente la cantidad de modelos de zapatos que se llevan por estos tiempos observar con gran atención las miniaturas de Las Cantigas de Santa María pues, es en ellas, donde se halla la mayor cantidad y variedad de calzado.  

     Difícilmente podría presentarse un cuerpo iconográfico sobre el calzado medieval, concretamente del siglo XIII, más amplio y con tanto pormenor, como el que se muestra en la obra alfonsí. Escribe Guerrero Lovillo, “Reúno en los gráficos presentes aproximadamente unos treinta modelos distintos de calzado castellano… siendo así que obras más especializadas, Viollet-le-Duc, Lacroix, etc…, no llegan a presentar ni siquiera diez modelos de calzado del mismo siglo”.(5) Y con orgullo, deja constancia que solamente describe los que no están tapados por los ruedos de las vestiduras ni por la oclusión de otras figuras. De tal manera, describe zapatos altos y bajos, abiertos, menos abiertos y cerrados que remiten a la comodidad, de cordobán o guadameci, con suela o sin ella, con pieles de abrigo en su interior, con orejas anteriores o posteriores, con flecos y presillas, con punta reforzada y roma o afilada y en curva ascendente, con hermosas decoraciones de cintas que se bifurcan adelante, de franjas que rodean el cuello del zapato, con abotonados en su garganta, con unos tejidos a base de cuadros. Con delicados calados y tiras que recuerdan la elegancia de aquellos tiempos y que en relación se podría decir que existían tantos modelos o más que en la actualidad. Como es sabido es muy difícil encontrar imágenes de la monumental obra que se halla en El Escorial, las que divididas en seis u ocho cuadros toman la página entera y refieren la cantiga. Cada tanto aparece alguna página y por lo regular en blanco y negro. No obstante, sí se hallan editadas por doquier las miniaturas que recuerdan los músicos de la época y bajo sus vestidos sobresalen los zapatos. Además es harto sabido que en las Cantigas está representada la sociedad entera, los de arriba y los de abajo, árabes y judíos, además de la Virgen, advocaciones y algunos santos. 

     Las abarcas de los ‘iberos se convierten en un calzado típicamente español que ha de mantener por muchos siglos su hechura tosca y funcional y cuyo uso está relacionado con las necesidades de páramos y montañas. El Arcipreste deja debida constancia del uso de las abarcas cuando una serrana, además de tocar el caramillo y cabalgar en bravos potrillos, asegura que 

bien sé guitar las abarcas    1000e 

que quiere decir, que sabe atar las abarcas con cordeles o guitas. Justamente las cintas con que las ceñían a los pies era el basamento de su diseño y mediante dicho encordado, el cuero quedaba sujeto al dorso del pie.  

     En el Tesoro de la lengua castellana, Cobarruvias las define como un “genero de calçado rústico deque usan los que viven en sierras y lugares ásperos. Son de dos maneras, unos de palo, que por tener forma de varcas se dixeron avarcas, y otros de cueros de vaca crudos, que con unos cordeles se los atan a los pies sobre unos trapos, con que huellan sin peligro la nieve”. (6) Y gracias a la nieve ganaron fama y linaje los Abarca, pues “el rey don Sancho de Navarra tuvo este apellido de Avarca, o por averse criado cuandoniño en ábito de serrano para estar mas dissimulado, o porque aviendo de passar los Pirineos para ir a socorrer a Pamplona, que la tenían cercada los moros, y estando cargados de nieve dio orden como los pasasen con estas avarcas. El linage de los Avarcas (que es verisimil descender deste rey) son muy nobles en castilla” (7). Sin embargo, a juzgar por su escudo de armas es probable que las abarcas le quedasen demasiado rústicas a sus nobles pies, pues si bien recuerdan hazaña tan honrosa llevando a su blasón y escudo tales calzados, se atisba que los zapatos son de cierto refinamiento y olvidan algo la traza de las abarcas. Pero para refinamiento los chapines de los cuales se hablará en otro artículo.

(1) Fuero de Zorita de los Canes. Memorial Histórico Español. T.  XLIV,  pág. 361.
(2) Ruiz, Juan. Arcipreste de Hita. Libro de buen amor. Ed. De Alberto Blecua. Cátedra. Madrid. 1992
(3) Castro, Américo. Unos aranceles de aduanas del siglo XIII. Rev. Fil. Esp. VIII. 1921.
(4) Ruiz, ob. cit. Cántica de la serrana.
(5) Guerrero Lovillo, José. Las Cántigas. Estudio arqueológico de sus miniaturas. Madrid. 1949.
(6) Cobarruvias y Orozco, Sebastián. Tesoro de la lengua Castellana o Española. Madrid.1977.
(7) Ob.cit.

PORTADA   TEMARIO   INDICE TEMATICO   N. ANTERIORES   CONTACTO   QUIENES SOMOS
..
© Revista de ArteS - Buenos Aires - Argentina
Sólo se permite la reproducción citando la fuente explícitamente e insertando el enlace a www.revistadeartes.com.ar