Este fotógrafo japonés, nacido en Nagano en 1968, graduado de la Universidad de Chiba, actualmente
reside en Nueva York y fotografía las maravillosas formas escultóricas del líquido en movimiento, combinando
tinta negra con agua y logra eternizar ese milisegundo en el que estos dos líquidos entran en contacto.
Maruyama es capaz de fijar este fenómeno en 7,500 milésimas de segundo. La clave radica en la moderna tecnología de la que se sirve este creativo, basada en la luz estroboscópica, que permite grabar eventos que
acontecen más allá de los límites de la percepción visual.
Comenzó fotografiando paisajes, hizo fotografía publicitaria y hace cuatro años decidió centrarse en la
fotografía más conceptual. En realidad, estamos viendo pinceladas caligráficas Zen en el espacio vacío que se
capturan en el momento
de su formación, reflejando la naturaleza transitoria de la vida, porque un segundo
después ya no existen.