Fuente del mapa: Proyecto Josué / Global Mapping International
Los MOSUO viven en China,a orillas del lago Lugu, entre las provincias de Yunnan y Sichuan, una zona conocida como el "Reino de las Mujeres" o "la Tierra sin Padre ni Marido". Aunque los Mosuo son culturalmente distintos de los naxi, el gobierno chino los incluye como miembros de la etnia naxi.
La sociedad mosuo se caracteriza por las relaciones de poliandria (una mujer con varios hombres), sin formar una familia como es entendida en occidente; los hijos pertenecen únicamente a la madre, y llevan su apellido. Es una sociedad matrilineal.
Hay un lugar en China entre las provincias de Yunnan y Sichuan, a orillas del lago Lugu, un poblado llamado Loshui, en que las hijas son bien recibidas. Un regalo que hace a la familia más grande y poderosa. Son los mosuo, una comunidad de veinticinco mil habitantes, una de las sociedades matriarcales más puras de las que quedan hoy en día.
Un matriarcado es una sociedad en la que el poder reside en la mujeres, por lo que, a simple vista, cuando oímos hablar de sociedad matriarcal, podemos llegar a pensar en que estamos hablando de un patriarcado al revés, pero esto no es del todo correcto. En una sociedad matriarcal, el poder está en manos de las mujeres. Ellas son las únicas propietarias y también las que cargan con todas las responsabilidades, ya sean los hijos, la comida o el dinero. En esta sociedad, ellas- son claramente las que mandan, el apellido que se usa es el de la madre, no es el del padre, las únicas que tienen dinero son las mujeres, las únicas que pueden tener propiedades a su nombre son las mujeres.
Su sistema social se caracteriza por la inexistencia del matrimonio y del concepto de paternidad. Igualmente, en su mundo, el contenido de la palabra celos, no tiene el más mínimo significado. En los matriarcados el matrimonio no existe, o sí, pero distinto al que nosotros conocemos. “Axia”. Así es como se denomina lo que allí se conoce como matrimonio andante, una relación amorosa que se caracteriza por la no convivencia y el no compromiso. Cada uno vive en su casa, con su familia, o sea, las personas que llevan su propia sangre. Por la noche, ella está en su casa, y será el hombre el que tenga que ir a visitarla. Llama a su puerta y, si ella le acepta, en la puerta, sobre un gancho que tiene la mujer, él colocará su sombrero, por si se diera el caso de que algún otro hombre la quisiera visitar durante la noche, sabría que ella está ocupada, por lo que no golpearía la puerta. Pero por la mañana, en el poblado todo vuelve a la normalidad, él volverá a casa de su madre a trabajar en lo que ésta le ordene.
Al día siguiente, la mujer puede volver a elegirlo o bien puede optar por buscar nueva compañía. La única norma al respecto es la prohibición del incesto. Los hombres son quienes manifiestan su deseo por la mujer, y esta no tiene más que decidir si acepta o no la proposición
Cuando se enamoran, el amor reclama exclusividad. Nunca vivirán juntos, pero establecen el matrimonio andante donde el hombre se encuentra, por las noches, a solas con su amada. No los unen el dinero ni los hijos -que siempre se crían en casa de la madre-, ni siquiera el sentirse parte de la misma familia. Se mantienen enlazados sólo por el afecto, así que cuando éste desaparece nada los liga y se separan.
Los mosuo tienen muy separado lo que es el sexo del amor Para ellas, poder conversar con el otro es lo que establece la pareja, nunca van a tener un proyecto en común, porque los hijos van a ser de la mujer, nunca van a querer tener una casa propia, solamente, eso, que pueden charlar, y cuando el amor desaparece, no hay nada que los junte y eso implica un duelo, porque el fin de un amor siempre es doloroso, pero nunca tan terrible como el nuestro, porque hay menos cosas en juego.
"Fácil y sin rencores", comenta Pi Ma Lan, una mujer mosuo de 38 años. Sin embargo, estas relaciones suelen durar largo tiempo.
No es casual que para las mujeres Mosuo encontrar el amor no sea algo tan significativo. Están acostumbradas a ser independientes, a no necesitar a los hombres para sentirse bien y para vivir una buena vida. Eso las hace fuertes. Y ellas lo saben,
Algunas familias les otorgan a sus hijos la posibilidad de alcanzar un nivel superior de estudios en las universidades chinas. Suelen ser las mujeres las que obtienen este benficio.
Ru Geshina es una de ellas. Tiene 20 años y estudia periodismo en Beijing (ex Pekín). "Me siento diferente a mis compañeras -dice-. Únicamente piensan en encontrar un hombre y casarse, algo que no puedo comprender". Ella disfruta de la vida amorosa, pero dice que no se imagina "viviendo con un extraño, alguien que no sea de mi familia".
“Los Mosuo no tienen la menor intención de hacer coincidir en la misma persona afecto, familia y hogar. La familia, para que perdure, nunca debe estar basada en una pareja. Entienden que eso vuelve al grupo altamente inestable”
En cuanto a los hijos. al no vivir las parejas juntas, son los tíos los que ayudan a criarlos.
El eslabón alrededor del cual se encadena toda la sociedad mosuo es la figura de la madre, que representa al cabeza de familia. En los Mosuo, la familia no se compone como nosotros estamos acostumbrados en Occidente. Allí, en esta pequeña organización primitiva, en cada casa viven la madre, sus hermanos, sus hijos y la abuela. Los padres no existen, no se sabe de quién es cada hijo, y los hombres viven con su madre para toda la vida. Ella es la que les proporcionará el dinero cuando lo necesiten y para la que trabajarán y a la que pedirán permiso hasta con cuarenta o cincuenta años.
Aunque pueda parecer extraño, los hombres son privilegiados. La mujer, a la vez que manda, es la que hace todo. Además, en cuanto a la comida se refiere, para la mujer es todo un honor poder servir al hombre, dicen que es como un homenaje, y para nada se sienten heridas por ello. Así que, el hombre, cumple las órdenes de su matriarca, pero luego no tiene responsabilidades, no tiene que encargarse de sus hijos porque no sabe ni quiénes son, vive con su madre toda la vida, y puede cambiar de mujer las veces que quiera. Carecen de responsabilidades, trabajan mucho menos que las mujeres y pasan la mayor parte del tiempo reunidos con sus amigos jugando al majong. Pero si necesitan dinero para lo que fuere, y tengan la edad que tengan, deben pedírselo a sus madres o, en su defecto, a sus hermanas. Los hombre no intentan discutir las indicaciones de la matriarca, pero en cada comida se repite la misma escena: ellas prepararan el alimento y atienden a los comensales con especial cuidado. Las casas las construyen los hombres pero el fuego que hay en su interior es mantenido por las mujeres.
Cuando se les pregunta cuál es la razón para que sean ellas las que manejen la economía responden con naturalidad: "Son mucho más capaces y no gastan en cualquier cosa".
Cuando las niñas llegan a los 14 años pueden ser iniciadas. En una ceremonia con exclusiva concurrencia femenina, se paran sobre una bolsa de granos, símbolo de prosperidad.
Los hombres se reúnen a orillas del lago y pasean a las visitas en sus caballos enjaezados. Ellas reciben, de manos de sus tías, el atuendo de la vida adulta. La falda larga y blanca, la casaca roja o de un amarillo brillante, botas y cinturón de cuero. Sobre el pelo les colocan un tocado -con adornos de flores y perlas- que les abulta la cabellera
Ya están listas para ocupar su propia vivienda una habitación separada llamada edificio de flores, un lugar para la intimidad que sus tíos y hermanos le construyeron con troncos, a la usanza china.
Otra característica de este tipo de sociedades es que no son nada violentas, allí la violencia no existe y, en ese caso, ser un violento sería avergonzante. Cuando conocen la realidad que emerge en el resto de la tierra, con guerras y conflictos, se espantan y asustan.Son comunes el buen trato y la hospitalidad. El dinero no se convierte en el eje de sus actividades y aunque aspiran a una finca próspera no les interesa hacer fortuna. "Volverme rica, para qué sirve eso", se pregunta una matriarca. Por otro lado, algo que también les honra es que su red social es mucho más fuerte, por lo que una mujer sería incapaz de que alguien se quedara sin comer o se quedara solo.
Costumbres matriarcales similares existen entre otros pueblos que, como los Mosuo, viven en las tierras altas que separan a los chinos propiamente dichos -los Han- de los tibetanos del Himalaya: los Naxi, los Pumi, los Tu, los Yugu...