La leyenda acerca del descubrimiento del café cuenta la historia de un pastor llamado Kaldi. El relato cuenta que Kaldi se dió cuentaque sus cabras se comportaban de un modo extraño luego de comer la fruta y las hojas de cierto arbusto. Las cabras saltaban alrededor muy excitadas y llenas de energía. Las frutas eran parecidas a cerezas. Kaldi decidió probar las hojas del arbusto y un rato después se sintió lleno de energía.
Decidió, entonces, llevar algunos frutos y ramas de ese arbusto a un monasterio, contando al Abad. la historia de las cabras y de como se había sentido después de haber comido las hojas. El Abad decidió cocinar ramas y cerezas; el resultado fue una bebida muy amarga que él tiró de inmediato al fuego. Cuando las cerezas cayeron en las brazas empezaron a hervir, las arvejas verdes que tenían en su interior produjeron un delicioso aroma que hicieron que el Abad pensara en hacer una bebida basada en el café tostado, y es así como la bebida del café nace.
Las plantas de café silvestre más antiguas provienen de Etiopía o Abisinia, al noroeste de Africa, Etiopía. Al parecer, los hombres primitivos, imitadores de las costumbres de aves y otros animales, observaron como algunas plantas lo atraían. Esta sería la justificación de que desde muy tempranas épocas de la historia, el hombre masticaba café. Algunos frutos maduros del café son de sabor dulce y sus estimulantes generan sensación de bienestar.
De Etiopía pasó a Arabia y a la India, probablemente a través de peregrinos musulmanes que viajaban a La Meca, ya que las rutas de peregrinación fueron al mismo tiempo, durante siglos, grandes rutas comerciales. Los Árabes fueron los primeros en descubrir las virtudes y las posibilidades económicas del café. Esto fue porque desarrollaron todo el proceso de cultivo y procesamiento del café y lo guardaron como un secreto. Los Árabes también trataron de evitar la extradición de cualquier semilla de café.
Uno de los más antiguos escritos que hace referencia al café, "El éxito del café", escrito por Abu-Bek a principios del S.XV y fue traducido al Francés en 1699 por Antoine de Gailland,traductor de Las mil y una noches.
Sin embargo los grandes propagadores del café fueron los holandeses, que explotaron grandes plantaciones del mismo en sus colonias de Ceilán e Indonesia. Ellos fueron los importadores del cafeto y quienes lo aclimataron en los jardines botánicos de Ámsterdam, Paris y Londres, desde donde pasó a la Guayana holandesa, al Brasil, a Centroamérica y a otros muchos países. Gracias a lo cual en tres siglos esta infusión ha pasado de ser casi desconocida a convertirse en una bebida universal que Bach, Balzac, Beethoven, Goldoni, Napoleón, Rossini, Voltaire y otros muchos personajes de la historia han consumido en grandes cantidades y elogiado desmesuradamente.
Las primeras cafeterías
Fue en Arabia donde posiblemente se abrió el primer establecimiento dedicado al café o cafetería, ya que los derviches lo tomaban para ahuyentar el sueño y poder orar en las horas de la noche, costumbre que se extendió a otras ceremonias religiosas. Tanto se extendió la costumbre de tomar café que para satisfacer la gran demanda se abrieron los primeros kehveh kanes o cafeterías, y fue tanto el escándalo que causó, ya que los feligreses descuidaban los oficios religiosos, que en 1511 se dió la ordewn de cerrar todos los establecimientos.
La costumbre de tomar café llega a Turquía en el año 1517 tras la conquista de Egipto por Salim I y bajo el reinado de su hijo Solimán el Magnífico se abrieron los primeros cafés en el año 1554 en el barrio Taktacalah de Constantinopla siendo desde entonces lugar de reunión de intelectuales. Sus propietarios, Schemsi de Damasco y Hekem de Alepo recibían a sus clientes en su establecimiento lleno de sofás y alfombras orientales lujosamente ornamentadas, cobrando un centavo por tazón o escudilla de café.
Si bien no existe constancia histórica de los primeros cafés en Europa, es fácil suponer que por el comercio con Constantinopla, seguramente las primeras cafeterías debieron abrirse en Venecia. El primer café se abrió en Italia en el año 1645 con aprobación papal.
En Inglaterra según Isaac Disraeli en su obra Curiosities of literature relata que en el año 1650 un hombre de origen judío procedente del Líbano, llamado Jacob, abrió en Oxford el primer café público. William Oldys relata que un comerciante de londinense, llamado Mister Edwars se aficionó al café en Turquía. Al instalarse en Inglaterra llevó consigo a un joven, Pasqua Rosée, que preparaba la bebida para él. Como esta novedad le trajo mucha compañía a la hora del café, decidió abrir una cafetería.
La implantación en Viena del café es curiosa por lo original de su historia. En 1683 el sultán turco Mohamed IV envía a 300 mil hombres, al mando de Kara Mustafá, a sitiar la ciudad, el emperador escapa de milagro del cerco otomano. Un antiguo intérprete del ejército sitiador, Franz George Kolschitzky, de origen polaco, disfrazado con uniforme turco pasa las filas y se reúne con el emperador Leopoldo comunicándole toda la información del enemigo. Gracias es estos informes los turcos fueron derrotados dejando en el campo de batalla un inmenso botín compuesto por 25 mil tiendas de campaña, 10 mil bueyes, 5 mil camellos, gran cantidad de oro y muchos sacos de café. Los austriacos se repartieron el botín excepto el café que no sabían para que servía y Kolschitzky lo reclamó para si. Al poco tiempo este hombre abrió el primer establecimiento en Bischofhof y se popularizó tanto que en el año 1839 existían en Viena ochenta establecimientos y cincuenta más en los suburbios, todo un gran negocio.
Vendedor de ambulante de café turco, grabado fechado en 1714
Grabado que representa al polaco Kolschitzky, héroe del sitio de Viena contra los turcos en 1683.
El café comenzó a conquistar territorio en el mundo como la bebida favorita en Europa, y llegó a Italia en 1645 cortesía de el comerciante veneciano Pietro Della Valle.
Inglaterra comenzó a tomar café en 1650 gracias al comerciante Daniel Edwards, quien fue el primero que abrió un establecimiento de venta de café en Inglaterra y en Europa.
En 1675, preocupan al Rey Carlos II las casi 2800 casas de expendio de café que existen en Inglaterra, por considerarlas lugares propicios para la sedición, esto hace que dicte una proclama rescindiendo las licencias, medida política que generó enorme oposición.
El café llegó a París a través del embajador turco Silomán Aga que desde junio de 1669 hasta mayo de 1670 vivió allí. Llevó gran cantidad de café para consumo propio y para las recepciones en la embajada. Isaac Disraeli nos relata como se servía: El café era servido por esclavos negros, ofreciéndolo de rodillas y ornados con los más suntuosos vestidos orientales. Un moka escogido era escanciado desde una especie de salsera de oro y plata, posada sobre servilletas de seda bordadas, orladas de oro puro, a unas minúsculas copas de porcelana.
La primera tienda de café en Paris fue abierta al público en 1672 por Pascal, comerciante armenioa lo largo de la tradicional avenida Saint German, donde la bebida era servida por jóvenes camareros turcos. Un Siciliano de nombre Procopio abrió una tienda similar cerca, donde se reunían alrededor del exquisito sabor del café, muchos representantes de la sociedad parisina. En 1689 Procopio trasladó su tienda de café a un lugar cerca al Teatro de la Comedia teniendo gran éxito.
Van Gogh - Mujer en el cafe du tambourin" - 1887
Anécdotas sobre el café
Se cuenta que el Papa Clemente VII decidió probar esa bebida que se intentaba prohibir por ser vicio de los musulmanes, los sacerdotes le decían que 'el café es una invención de Satanás, es una trampa del diablo y los cristianos corren el riesgo de caer en ella perdiendo su alma', en apoyo de ello argumentaban que el demonio había prohibido el vino a sus seguidores porque era santificado por Cristo y utilizado en la sagrada comunión y en sustitución le había dado esta diabólica mezcolanza negra, que ellos llaman café. El Papa curioso decidió investigar e hizo que le sirvieran una taza y tras saborearla dijo: Esta bebida de Satanás es tan deliciosa, que sería una lástima dejar a los infieles la exclusiva de su uso. Vamos a chasquear a Satanás bautizándola y así haremos de ella una bebida auténticamente cristiana.
En el siglo XVIII se consideraba tanto al café como al té una droga como consecuencia de los efectos excitantes de ambas infusiones y se pensaba que su uso continuado y tomado a grandes dosis podría acarrear la muerte, entonces el rey Gustavo III de Suecia decidió experimentar con dos personas para saber el efecto nocivo de ambas cosas, a tal efecto condenó a dos reos que estaban sentenciados a muerte para que se experimentara con ellos. Designó a varios médicos para controlar el experimento a fin de saber cuál de las dos drogas sería más letal en aquella muerte lenta. Curiosamente, el rey no pudo ver los resultados ya que murió antes de tener las conclusiones, asesinado de disparos por Anckarströn en 1792 y tampoco los médicos, pues murieron antes que los reos, que, por supuesto sobrevivieron a la experiencia.
En 1723, el capitán de la marina francesa Gabriel Mathieu de Clieu, cosecha cafetos en los jardines de su casa en las Antillas, estos serían el origen de las plantas de café en la Martinica, Antillas Españolas y Jamaica.
En 1724, en época del Vigesimoctavo Virrey del Perú, don José de Armendariz, Marqués de Castelfuerte, la Sociedad Limeña disfruta de la exótica bebida de moda, el café. Algunos comentarios decían: "La nueva bebida es tan amarga como el nuevo virrey" y se referían a la reputación de que venía precedido de "Hombre bragado y de malas pulgas".
En 1727, se introduce el cultivo del café en Brasil, las primeras plantas provienen de la Guayana Francesa. (Brasil es el actual primer productor de café en el mundo). Mientras ese mismo año de 1727, en Pennsylvania, América del Norte. Los cuáqueros abogan por la abolición de la esclavitud de los negros de las Colonias.
En 1728, el botánico James Duglas, publica una monografía botánica, donde clasifica a las plantas de café como "Jasminun Arabicum" es decir de la familia de los jazmines.
En 1732, comienza el cultivo del café en Colombia, en la misión Jesuita de Santa Teresa de Tabage, en la confluencia de los ríos Orinoco y Meta. ( Colombia es el actual segundo productor de café en el mundo).
En 1757, el consumo de café se populariza en Suecia y Dinamarca, la costumbre se propaga desde Alemania.
En 1770, la prohibición en Europa del Café, no desanimó a los consumidores, pero si los muy altos precios. Se inicia una febril búsqueda de sucedáneos, castañas, bellotas, cereales, nueces, judías, guisantes eran tostados de mil formas diferentes con pésimos resultados de sabor. Al parecer sólo al Achicoria tuvo un cierto y momentáneo éxito se la comercializa con el nombre de "CAFÉ PRUSIANO".
En 1790, se conoce que durante el virreinato en México de Bernardo de Galvez, se consumía con mucha demanda café importado de Cuba. Existe un establecimiento especializado en la comercialización del Café.
En 1791, el conde Rumford (nacido en Woburn, Massachusetts) cuyo nombre verdadero era Benjamín Thompson, inventó la primera máquina de café, también una cocina económica y profundizó el tema de la transferencia de calor. Desarrolló las primeras ollas a vapor portátiles para el ejército y las famosas "Sopas Rumford" una mezcla de guisantes, patatas y cebadas, todo hervido. Ayudó a que se popularizasen las papas en Europa.
Entrada de una cafetería de Leipzig
Fue considerado amenaza para el bien común
En La Meca, el 20 de junio de 1511, el emir Khair Bey observó a un grupo de hombres bebiendo café. Observó las características particulares y juntó a un grupo de doctores y juristas para decidir si la bebida se ajustaba al Corán, que prohíbe toda forma de intoxicación. Como observa Antony Wild, es fácil olvidar que el café es una potente droga, cuya introducción necesita de un consenso cultural, pero no de un consenso médico en Occidente. Por ello, agitados debates acompañaron a los inicios de la introducción del café en el mundo islámico. El entusiasmo era tal que una ley turca de la época sobre el divorcio precisaba que una mujer puede divorciarse de su esposo si éste no llegaba a proporcionarle una dosis diaria de café.
En 1511, Khair Bey hizo cerrar todas las cafeterías, llevando a cabo además una campaña de desinformación contra los perjuicios del café, cuando se enteró de que las críticas contra su poder provenían de bebedores de café. El cierre de las cafeterías causó rebeliones, lo que incitó al gobernador de Egipto a cancelar la prohibición. El consumo de café pudo entonces proseguir su desarrollo. En 1630 había ya un millar de cafeterías en El Cairo. La prohibición volvió de nuevo a Europa, tras la apertura de las cafeterías y, curiosamente, por las mismas razones, es decir, por creer que la ingesta de café desarrolla el espíritu crítico, favoreciendo probablemente los intercambios intelectuales entre consumidores.
El café llegó a Europa alrededor del año 1600, gracias a los mercaderes venecianos. Se aconsejó al Papa Clemente VIII prohibir el café, pues representaba una amenaza de los infieles. Después de haberlo probado, éste último bautizó la nueva bebida, declarando que dejar sólo a sus infieles el placer de esta bebida sería una lástima. El café fue bien recibido por los monjes por las mismas razones que los imanes: permite mantenerse despierto durante mucho tiempo y mantener el espíritu limpio. Los musulmanes, celosos de sus plantas de Coffea arábica, prohibieron su exportación. En 1650, un peregrino musulmán, Baba Budan llegó a coger siete plantas en la India, que plantó en Mysore' y cuyas plantas descendientes subsisten todavía hoy.
En 1695, en Roma, el profesor de Idiomas Antiguos, Fausto Nironi, escribe un libro sobre los orígenes del Café y la forma de prepararlo en Infusión, es el primer texto especializado en el café.
En 1696, los Holandeses envían plantas de café a Java, provienen de la Costa de Malabar. Estas plantas fueron de la especialidad Coffea y habían sido originarias de Arabia.
En 1699, el escritor Louis Moreri, publica el siguiente comentario en Londres: "Esta bebida (El café) está muy de moda en Europa, y especialmente en Inglaterra y Francia. Se dice que sólo en la ciudad de Londres hay unos tres mil cafés, establecidos con el único propósito de vender esta bebida, y que están repletos de gentes a todas horas del día y parte de la noche".
En 1700, una exótica bebida, el café, conquista Rusia.
En 1701, los británicos siembran café en las costas de Malabar, las plantas provienen de Aden.
En 1702, los cafés eran establecimientos mas bien austeros en la decoración, con una gran barra atendida generalmente por mujeres encargadas de servir el café en fuentes, que distribuían los camareros conjuntamente con ejemplares de los distintos diarios. Existían cafés con tendencias definidas. Por ejemplo, los clérigos solían acudir al Cocoa Tree que estaba situado en Convent Garden. Los actores de la época se reunían en el Café Bedford, que estaba situado cerca de los teatros. Los hombres de negocios concurrían al Lloyd's Coffee House, que con el tiempo dejó de vender café para convertirse en una Agencia de Seguros y posteriormente en un famoso Banco.
En 1703, de esta época y de Marsella proviene el comentario del médico Colomb, quien escribe: "El café, este brebaje oriental, contiene una sustancia picante y muy seca que priva al cuerpo de los jugos naturales, y atormenta al bebedor con un desvelo, un cansancio y una impotencia eternas".
En 1708, los franceses compran sesenta plantas de la variedad de "Moca" y las llevan a la Isla Reunión, pero no prosperaron. Años después insistirían, esta vez siembran el café en la zona de Bourbon. Que si tiene éxito y son el origen de la conocida especie "Café Bourbon".
En 1711, se produce la primera exportación de café desde la Indias Orientales Holandesas, son 894 libras y su destino Amsterdam.
En 1714, es célebre el regalo que hace el burgomaestre de Amsterdam, el noble Brancas, al rey francés Luis XIV, - Un bello arbusto de café.- La joven planta medía 1.72 m. fue sembrado en el "Jardín Desplantes" de París, fue encargado de su cuidado Antoine de Jussieu.
La infusión
La bebida se obtiene por infusión del café molido en agua caliente. Existen numerosas variantes de este método:
El café turco (o café griego), preparado haciendo hervir en el agua el café molido muy finamente, tres veces (se trata del método más antiguo).
El café de filtro, preparado haciendo pasar lentamente agua hirviendo a través de un filtro relleno de café molido.
El café expresso, preparado haciendo pasar rápidamente agua hirviendo bajo presión a través del café molido.
El ristretto (restringido), todavía más corto que el expresso. La mayor concentración de sabor se consigue con un grano aún más fino o al acortar el tiempo y obtener unos 30 ml de café.
Idealmente, para conservar su sabor, el café debe molerse justo antes de la infusión. Por deseo práctico, frecuentemente se comercializa ya molido y al vacío.
Existen numerosas formas de preparar la bebida muy rápidamente: café instantáneo (que se disuelve en una taza de agua caliente), o cafetera. Café bombón.
Existen infinidad de métodos de consumo del café, aunque uno de los principales suele ser con azúcar añadida. En ocasiones se le añade chocolate o especias como la canela, nuez moscada, carda o una rodaja de limón y hielo. Generalmente se sirve caliente, pero recientemente se han ido extendiendo bebidas congeladas a base de café. En algunos países, es costumbre tomarlo también con hielo. El gusto por el café no es espontáneo, sino que debe cultivarse, puesto que su sabor es fuerte y amargo.
Existe una variedad de preparaciones que incluyen sólo café expresso y leche caliente: Latte macchiato, es leche caliente «manchada» con café expresso (pequeña cantidad de expresso). El café se agrega sobre la leche. No confundir con el café macchiato.
Café con leche (café latte), es un café expresso con leche caliente. Las proporciones son 1/3 de expresso y 2/3 de leche caliente. En francés es conocido como café au lait. Capuchino es un café expresso al que se le añade leche espumosa, generalmente salpicada con polvo de cacao. La proporción debe ser 1/3 de expresso, 1/3 de leche y 1/3 de espuma de leche. La palabra «cappuccino» se toma de la semejanza del color de esta preparación con el color de los hábitos de los monjes de esa orden. Como la leche se agrega al café, es posible demostrar la destreza en este procedimiento en lo que se ha denominado arte del latte. Café cortado o macchiato, es un café expresso con espuma de leche encima. Macchiato significa 'manchado' en italiano, o sea un café «manchado» con espuma de leche. En algunas partes el macchiato es simplemente un expresso con un toque pequeño de leche caliente para reducir la acidez.
Existe una gran cantidad de variaciones en la preparación del café, que incluyen otros ingredientes como: licores, cremas y especies. Los nombres pueden variar de país o zonas geográficas: Café americano, es un café reducido o suavizado con el doble o más de agua de lo normal. En Venezuela se le conoce como guayoyo o café aguarapao'. Sólo doble, a diferencia del Café americano, no está reducido, y la cantidad de café es proporcional a la de agua, resultando así un café con más cuerpo y sabor que el anterior. Café árabe, café con azúcar, hecho a partir de agua hervida con canela y cardamomo. Barraquito es un café cortado largo con leche, leche condensada, canela, una raspa de limón y un chorrito de Licor 43 o Tía María. Bedoña, un café con chocolate a la taza y leche condensada. Blanco y negro, un granizado de café con leche merengada o con helado (de turrón o mantecado). Biberón de Milán, un café mezclado con leche condensada, yema de huevo, vermut, una rodaja de limón y canela, servido con hielo granizado. Bombón, biberón o goloso (en Canarias, cortado condensada) es un café con leche condensada. Es típico en Valencia. Carajillo, una bebida con alcohol preparada con brandy, ron u otros licores y café a partes iguales. En algunas partes, el licor se quema con azúcar, unos granos de café y una corteza de limón, salvo que se vaya a servir con nata, en cuyo caso, se quema sin limón. Café moca también conocido como mokaccino es un 1/3 café expresso, 1/3 de chocolate y 1/3 de leche. Chocolateado, un café al que se le añade chocolate a partes iguales. Crema, (café-crème) un café en el que se añade un poco de crema fresca o una nube de leche. En la Suiza francófona, al café con leche se le llama renversé ('invertido'). Frappé a base de café soluble batido, se puede servir con leche y siempre muy frío. Es muy popular en Grecia. Irlandés, una bebida con alcohol preparada con un volumen de whisky por cada tres volúmenes de café. Café vienés (o cappuccino alla viennese, en Viena se llama Melange) es una preparación compuesta de un café expresso largo bastante claro, al cual se le añade leche caliente batida con crema, y como el capuchino, se adorna el café vienés con chocolate en polvo o en virutas. Café con hielo, café expresso con hielo y azúcar. Se sirve caliente para disolver el azúcar y posteriormente se vierte en un vaso de base ancha con piedras de hielo. Café del tiempo (Valencia) café con hielo al que se añade una rodaja de limón. Leche y leche (Canarias) café cortado largo con leche condensada.
La bebedora de café - 1888
Ivana Kobilca (1861–1926) Museo Nacional de Ljubljana
Edward Hopper, Automat, 1929
Sugerencias para disfrutar el café
Preparar el café con agua mineral a temperatura entre 85 y 96 grados, si hierve esperar a que se enfríe.
Si muele los granos, utilícelos de inmediato. Moler aproximadamente 20 g. por cada taza a servir.
Un buen expreso se puede juzgar por el color acaramelado de la espuma en su superficie.
No hervir jamas el café.
Si tiene que calentarlo, hágalo a baño maría.
Si utiliza filtros de papel, humedecer el café con agua fría antes de verter el agua caliente.
Nunca lo sirva en vasos de plástico o metal, ya que estos alteran el sabor original.
Utilizar tazas chicas de loza, porcelana, vidrio o barro. Es mejor tomar una segunda taza que una grande y fría. (sin desmerecer las sabrosas variantes de frapuccinos y mokaccinos).
El compañero ideal: Chocolate amargo, realza el sabor.
Para 8 personas
Ingredientes : 1 litro de leche;
1 tubito de vainillina;
2 copas de licor de naranja;
4 cucharaditas de café soluble;
200 g de azúcar;
4 cubitos de hielo.
Preparación:
Disolver el azúcar en la leche hirviendo y añadir la vainillina.
Dejar enfriar e introducir en la nevera. En la batidora verter la leche, muy fria, el licor de naranja y cuatro cubitos de hielo. Una vez bien batido, verter en copas alargadas y espolvorear por encima el café soluble.
Café Americano
Para 4 personas
Ingredientes :4 cucharadas soperas de café molido;
3/4 de litro de agua
Preparación :
Se trata de un café largo que se toma a todas horas, incluso en las comidas y, generalmente, sin endulzar.
Café Calipso
Para 4 personas
Ingredientes : 4 cucharadas soperas de café molido;
4 cucharaditas de melaza;
4 copas de Bacardí
Preparación :
Preparar un café fuerte para 4 personas. Poner una cucharadita de melaza en cada tacita y una copita de Bacardí. Verter el café muy caliente.
Café Flambeado
Para 6 personas
Ingredientes : 1/4 de litro de aguardiente de caña;
1/4 de litro de ron negro;
1/4 de litro de coñac
1/4 de litro de café (puro,sin azúcar,caliente);
25 a 30 terrones de azúcar;
1 bastoncillo de canela;
la piel de medio limón.
Preparación:
En el centro de una cazuela mediana de barro poner los terrones de azúcar.
Verter la caña, el ron y el coñac. Introducir la canela y la piel del limón.
Prender fuego al azúcar embebido de alcohol y dejar arder durante diez minutos, removiendo suavemente con una cuchara. Cuando las llamas decrecen en intensidad, verter en la cazuela el café ya preparado, remover un poco más y servir con el cucharón, en tazas de café.
Café "Château"
Para 4 personas
Ingredientes : 4 cucharadas de café molido;
4 copitas de licor de cerezas;
4 cucharaditas de crema Chantilly
Preparación:
Preparar un café fuerte para 4 tacitas. Poner el licor en las tazas y verter el café muy caliente. Verter por encima de cada taza una cucharadita de crema.
Café Capuccino
Para 8 personas
Ingredientes : 6 cucharadas soperas de café molido;
1 litro de leche;
canela en polvo, o bien piel de naranja rallada;
8 cucharadas de Chocolate rallado.
Preparación:
Preparar el café utilizando leche en vez de agua.
Servir añadiendo canela en polvo o raspadura de piel de naranja y por encima el chocolate rallado. Endulzar a voluntad.
El café en la literatura
Gabriel García Márquez, "Cien años de soledad"
Una tarde, al principio de su gobierno, Arcadio fue a visitarlos de un modo intempestivo. No lo veían desde que abandonaron la casa, pero se mostró tan cariñoso y familiar que lo invitaron a compartir el guisado. Sólo cuando tomaban el café, reveló Arcadio el motivo de su visita: había recibido una denuncia contra José Arcadio.
[Capítulo 5]
El letrero que colgó en la cerviz de la vaca era una muestra ejemplar de la forma en que los habitantes de Macondo estaban dispuestos a luchar contra el olvido: "Esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche".
Así continuaron viviendo en una realidad escurridiza momentáneamente capturada por las palabras, pero que había de fugarse sin remedio cuando olvidaran los valores de la letra escrita.
[Capítulo 3]
Julio Cortázar, "Rayuela"
-¿Cómo vas a hacer el café en la oscuridad?
-No sé-dijo la Maga, removiendo unas tazas-. Antes había un poco de luz.
-Encendé, Ronald-dijo Oliveira-.Está ahí debajo de tu silla. Tenés que hacer girar la pantalla, es el sistema clásico.
-Todo esto es idiota - dijo Ronald, sin que nadie supiera si se refería a la manera de encender la lámpara. La luz se llevó las esferas violetas, y a Oliveira le empezó a gustar más el cigarrillo. Ahora se estaba realmente bien, hacía calor, iban a tomar café.
-Acércate aquí - le dijo Oliveira a Ronald. Vas a estar mejor que en esa silla, tiene una especie de pico en el medio que se clava en el culo. Wong la incluiría en su colección pekinesa, estoy seguro.
-Estoy muy bien aquí - dijo Ronald - aunque se preste a malentendidos.
-Estás muy mal. Vení. Y a ver si ese café marcha de una vez.
-Qué machito está esta noche -dijo Babs-. ¿Siempre es así con vos?
-Casi siempre -dijo la Maga sin mirarlo-. Ayúdame a secar esta bandeja.
Oliveira esperó a que Babs iniciara los imaginables comentarios sobre la tarea de hacer café, y cuando Ronald le bajó la silla y se puso a lo sastre cerca de él, le dijo unas palabras al oído. Escuchándolos, Gregorovius intervenía en la conversación sobre el café, y la réplica de Ronald se perdió en el elogio del moka y la decadencia del arte de prepararlo. Después Ronald volvió a subirse a su silla a tiempo de tomar la taza que le alcanzaba la Maga. Empezaron a golpear suavemente en el cielo raso, dos, tres veces. Gregorovius se estremeció y tragó el café de golpe.
Felipe Trigo, "En la carrera"
Se fueron a la habitación de Antonia los dos. Un nuevo abrazo los dejó ante el espejo del armario. Esteban se vio negro, igual que un fogonero. El calor, en el tren de charla toda la noche, les había hecho tener abiertas las ventanas... ; polvo, humo y carbonilla de la máquina... ¡Iba a lavarse!... Pero ¡qué extraña sensación!... Al quitarse la chaqueta, contúvole el respeto hacia Antonia y le salvo una oportunidad.
-Mira-dijo cuando una sirvienta entraba a preguntarle si también quería el señor café- me lavaré en el otro, puesto que han llevado allí la maleta...
-¡Si, también quiero café!
Salió. A los 10 minutos volvía con otra camisa, con otro traje, peinado y limpio. El café esperaba. Antonia púsose a echarlo en las tazas... y ambos notábanse la misma cortedad en esta enorme confianza. ¡El cuarto de ella!, ¡El lecho de ella... blanco! Mirándola tan pura y tan bonita Esteban sufría una singular obnubilación de la memoria.
Ramón Gómez de la Serna (Don Ramón María del Valle-Inclán)
Don Ramón del Valle-Inclán presumía de faquir, no sólo porque apenas comía, sino porque fumaba hachís - los contertulios lo escribían y pronunciaban como si estornudasen - y porque tomaba las cosas ardiendo, sin inmutarse.
Esa facultad faquiresca de don Ramón hizo sufrir crueles sorpresas a los que le acompañaban.
Don Ramón, al entrar en la posada, pedía "café muy caliente". Los que no estaban en el secreto, al ver llegar las tazas de café y ver cómo don Ramón se tomaba la suya, se echaban el café al coleto y se quemaban la garganta.
-¡Pero don Ramón! -decían protestando.
-Es que yo soy faquir...Un día soplé sobre un cerdo un sorbo de mi tisana y salió chillando como si escapase del infierno.
Ernesto Sábato, "Sobre héroes y tumbas"
Pero no iba a ser por aquella grieta que habría de resquebrajarse el trabajoso edificio. Esa noche mi cabeza era un tumulto: sentía que el momento decisivo se aproximaba. Al otro día, como de costumbre, pero ahora con mayor nerviosidad, me instalé desde temprano en mi observatorio. Tomé mi café con leche y desplegué el diario, pero en realidad no quitaba los ojos al número 57. Tenía ya una notable habilidad para este doble juego.
[Informe sobre ciegos, cap. XVI]
Ernesto Cardenal, "Canto nacional"
En una finca de café la campesina de color cacao
le dio un agua fina en un guacal y él observó en el guacal
escudos, aves, pañales, grecas y letras...
¡El Tuma! Ver
otra vez el Tuma... Los cafetales
en flor y los maizales.
En marzo el maíz está en elotes.
La neblina sobre los cafetales y en la neblina
el blanco olor de la flor del café (olor a azahar)
con
cantos
de chichitote
y de chiflador
Campesino, campesino
qué lindas tierras tenés
pero lástima que son de los capitalistas.
Jorge Luis Borges - Dichos
Yo me acuerdo que hace años, cuando todavía no existían los bares automáticos, íbamos con Xul Solar a uno que quedaba en Córdoba y Callao. A Xul le gustaba experimentar y como era un inventor nato, y había inventado cosas espléndidas, trataba de hallar combinaciones posibles entre los alimentos. Así, llegó a mezclar café negro con salsa de tomate (verdaderamente repugnante) o sardinas con chocolate (atroz). Probábamos juntos esas mezclas y él mismo comprendía que eran incompatibles los elementos mezclados. Yo creo que las buenas combinaciones ya fueron inventadas y que nada podrá superar al café con leche (su inventor debe haber sido un ser excepcional) que es riquísimo y que es la combinación por excelencia.
[http://literatura.org/Borges/Borges_dichos.html]
Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos para un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.
No sé cual de los dos escribe esta página.
["Borges y yo" en El Hacedor]
Camilo José Cela, "La colmena"
Laurita y Pablo suelen ir a tomar café a un bar de lujo, donde uno que pase por la calle casi no se atreve a entrar, que hay detrás de la Gran Vía. Para llegar hasta las mesas -media docenita, no más, todas con tapetillo y un florero en el medio- hay que pasar por la barra, casi desierta, con un par de señoritas solando coñac y cuatro o cinco pollitos tarambanas jugándose los cuartos de casa a los dados.
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Los dos grupos, individualmente, o como organismo, son incompatibles, y si a uno de la hora del café se le ocurre esperar un poco y retrasar la marcha, los que van llegando, los de la merienda, lo miran con malos ojos, con tan malos ojos, ni más ni menos, como con los que miran los de la hora del café a los de la merienda que llegan antes de tiempo.
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-Oiga, ¿yo valgo veintidós pesetas?
Celestino no entendió la pregunta.
-¿Eh?
-Que si yo valgo veintidós pesetas.
A Celestino Ortiz se le subió la sangre a la cabeza.
-¡Tú vales un imperio!
-¿Y veintidós pesetas?
Celestino Ortiz se abalanzó sobre la muchacha.
-Cóbrese usted los cafés del señorito Martín.
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Julián Suárez Sobrón, alias la Fotógrafa, de cincuenta y tres años de edad, natural de Vegadeo, provincia de Oviedo, y José Jiménez Figueras, alias el Astilla, de cuarenta y seis años de edad, y natural del Puerto de Santa María, provincia de Cádiz, están mano sobre mano en los sótanos de la Dirección General de Seguridad, esperando a que los lleven a la cárcel.
-¡Ay Pepe, qué bien vendría a estas horas un cafetito!
-Sí, y una copita de triple; pídelo a ver si te lo dan.
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-Hola, qué temprano vienes hoy. ¿Dónde has estado?
-Donde siempre, tomando café con los amigos.
-Doña Visi le besa la calva a su marido
--¡Si vieses qué contenta me pongo cuando vienes tan pronto!
[Capítulo III]
Miguel Delibes "Los santos inocentes"
(...) y en la Casa Grande, exultaban los señoritos de Madrid con los preparativos, y el señor Ministro, y el señor Conde, y la señorita Miriam, que también gustaba del tiro en batida, y todos, fumaban y levantaban la voz mientras desayunaban café con migas y, conforme entró Paco en el comedor acreció la euforia, que Paco, el Bajo, parecía polarizar el interés de la batida, y cada uno por su lado,
¡hombre, Paco! ¿cómo fue para caerte, Paco, coño? claro que peor hubiera sido romperte las narices, y el Embajador trataba de exponer a media voz al señor Ministro las virtudes cinegéticas de Paco, el Bajo, y Paco procuraba atender a unos y a otros y subrayaba adelantando las muletas, como poniéndolas por testigos, disculpen que no me descubra, y ellos, faltaría más, Paco, (...)
[Capítulo "El accidente"]
Luis Landero, "Juegos de la edad tardía"
Aquellas prematuras confidencias, la animaron a pedir a Gregorio detalles sobre su trabajo. Al principio, por evitar explicaciones que acaso lo humillaran, Gregorio tomaba un sorbo de café o enmendaba un doblez del tapete, relegando la respuesta a la benevolencia de cualquier laconismo. Pero enseguida (llevado quizá por su temprana convicción de que el embuste era mucho más eficaz que el silencio, y alentado por la aprobación admirativa con que era acogido), arriesgó hipótesis que en el fondo le parecieron verosímiles, hablando -bajo el ojo malicioso del perro- de un ascenso inminente, del aprecio que le tenían sus superiores, y sobre todo de sus futuros proyectos de ingeniero, con lo cual el corro se animaba y la madre daba de señas a Angelina con pícaro contento, pero volviendo pronta y como arrepentida a su severo continente de viuda ejemplar.
[Capítulo V]
Cerca de la pensión, en una esquina, entró en un bar y ocupó una mesa apartada. Pidió un café con bollo, abrió la libreta, encabezó con la fecha una página en blanco y escribió: Guerras de la Patria. Porque, desde ese amanecer, Gregorio llevaba toda la mañana pensando en moros y cristianos. Primero fue la extrañeza y el pánico de verse ocioso en lunes, lejos de casa y del trabajo y con Gil instalado no sólo en la ciudad sino en el territorio que, con sigilo de serpiente, había usurpado a su dueño legítimo.
[Capítulo XVII]
Si era preciso, aceptaría llevarlo al descampado, y hasta puede que él mismo se animase a azotarlo y le fuese diciendo en cada azote: "No estabas contento con las pirámides, ¿eh?, pues ¡toma pirámides!; ¿no querías café?, pues ¡toma café!; las noticias que recibías del mundo se te antojaban pocas, ¿no?, pues ¡aquí tienes más!, y ¡este por Marilín!, éste por Hemingway!, ¡este por el poema épico!, ¡éste por el dinero que he gastado en tu causa!, ¡éstos por todas las desgracias que me has hecho pasar!", y cuando se dio cuenta estaba en medio de la habitación, asestando golpes inmisericordes al aire.
[Capítulo XX]
Miguel de Unamuno, "Por tierras de Portugal y de España"
Bajamos a Huarte Araquil, a trechos por atajos, siguiendo los postes del teléfono. Porque si aun no han llegado allá ni la carretera ni el café, ha llegado, en cambio, el teléfono, como sucede en Aránzazu. Hay que vivir prevenido. Un mal camino y un buen teléfono son dos grandes elementos de defensa. ¡Qué bien sabía don Miguel discernir entre los adelantos profanos del siglo!. De seguro que D. Teodosio, si resucitase, aprobaría lo del teléfono y se mostraría conforme con la proscripción de la carretera. En lo que cabe duda es en lo que diría del café.
[Capítulo "San Miguel de Excelsis"]
Cesar Vallejo, "Poemas Humanos"
Hoy me gusta la vida mucho menos,
pero siempre me gusta vivir; ya lo decía.
Casi toqué la parte de mi todo y me contuve
con un tiro en la lengua detrás de mi palabra.
Hoy me palpo el mentón en retirada
y en estos momentáneos pantalones yo me digo:
¡Tanta vida y jamás!
¡Tantos años y siempre mis semanas!...
Mis padres enterrados con su piedra
y su triste estirón que no ha acabado;
de cuerpo entero hermanos, mis hermanos,
y, en fin, mi ser parado y en chaleco.
Me gusta la vida enormemente
pero, desde luego,
con mi muerte querida y mi café
y viendo los castaños frondosos de París
y diciendo:
Es un ojo éste, aquel; una frente ésta, aquélla... Y repitiendo:
¡Tanta vida y jamás me falla la tonada!
¡Tantos años y siempre, siempre, siempre!
Dije chaleco, dije
todo, parte, ansia, dije casi, por no llorar.
Que es verdad que sufrí en aquel hospital que estaba al lado
y está bien y está mal haber mirado
de abajo para arriba mi organismo.
Me gustaría vivir siempre, así fuese de barriga,
porque, como iba diciendo y lo repito,
¡tanta vida y jamás! ¡Y tantos años,
y siempre, mucho siempre, siempre, siempre!
[Hoy me gusta la vida mucho menos]
Juan Carlos Onetti, "El astillero"
Tomó el aperitivo en el mostrador del Berna, persiguiendo calmoso los ojos del patrón hasta obtener un silencioso reconocimiento. Almorzó allí, solitario y rodeado por las camisas a cuadros de los camioneros. (Ahora éstos disputaban al ferrocarril las cargas hasta El Rosario y los pueblos litorales del norte; parecían haber sido paridos así, robustos, veinteañeros, gritones y sin pasado, junto con el camino de macadam inaugurado unos meses atrás). Se cambió después a una mesa próxima a la puerta y a la ventana para tomar el café con gotas.
(Capítulo "Santa María I)