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Revista de Artes
Edición nº 15

Julio /Agosto 2009
Buenos Aires - Argentina


música

 


 

María Felicia García Sitches

La Malibrán

París, Francia, 1808-1836


Fue la segunda hija de un famosísimo tenor y maestro de canto, considerado la estrella máxima de París, Manuel García- y una cantante -Joaquina Briones (seudónimo de Joaquina Felicia Sitches).

Sus dos hermanos fueron también cantantes: Manuel Vicente García, nacido en Madrid en 1805 fue un famoso barítono y además uno de los mejores profesores de canto de su tiempo y su hermana menor Pauline García-Viardot, conocida como “La Viardot” fue otra gran diva de la ópera y una de las mujeres más influyentes en la cultura europea de su tiempo.

En 1811 la familia debió huir a Nápoles en donde trabaron estrecha amistad con Rossini.

Por aquel entonces la familia funcionaba como una verdadera compañía ambulante y con 6 años de edad María pudo pisar el escenario por primera vez en la obra Agnese de Paer. Cantando un rol menor al lado de su padre y madre, se dice que a mitad de un aria estando madre e hija sobre el escenario, Joaquina perdió el hilo de la música a lo que su hija comenzó a cantar ella misma el aria, recibiendo los aplausos del público.

Su único maestro fue su padre, un cantante brillante y a la vez tiránico y exigente. Se dice que a punta de golpes e insultos pudo darle a María una técnica vocal perfecta. En 1815 y tras la derrota de Waterloo, la guerra y las enfermedades llegaron hasta Nápoles y los Garcia-Sitches debieron huir nuevamente con rumbo a Paris y luego a Londres. En ese momento Manuel García decidió poner a su hija a salvo de los problemas políticos y de la vida del teatro y la puso pupila en el colegio-convento de Hammersmith, cercano a Londres, hasta que salió con 16 años cumplidos, hablando 5 idiomas.

Se dice que, al continuar el aprendizaje de canto  con su padr, las lecciones se convirtieron en una batalla constante de dos caracteres extremadamente fuertes, que el padre exigía tanto a su hija que María aprendió a cantar mientras lloraba sin que el llanto afectara a su voz, truco que capitalizaría después para impactar a su público.

A los 17 años María García tendría su segundo debut, esta vez en el papel protagónico de Rosina en El barbero de Sevilla de Rossini, propuesta por su padre como reemplazante de la enferma Giuditta Pasta, una leyenda de su tiempo. A su debut como Rosina le siguió una actuación como Palmide en Il Crociato en Egitto de Meyerbeer al lado del castrato Giovanni Battista Velluti que se convirtió en una verdadera batalla vocal entre dos fenómenos vocales de la época. Tras este auspicioso debut María García consiguió un contrato por las siguientes 6 semanas. Apareció también en los festivales de Manchester York y Liverpool donde cantó en "El Mesías" de Handel y "La Creación" de Haydn.

El 5 de junio de 1825 en el Royal Theatre de Londres comenzaba la leyenda de María García, “La Malibrán”. Su debut londinense fue seguido por actuaciones triunfantes en París.

No obstante el futuro que se le presentaba, el olfato financiero de su padre la llevó a otros horizontes. A fines de 1825 la familia completa zarpó con rumbo a Nueva York. Allí la familia se convirtió en el foco cultural de su época por ser los primeros en representar ópera en los Estados Unidos. Además de obras de Rossini y Mozart, la familia presentó obras compuestas por el padre.

María tomó a New York por asalto y el público norteamericano no acostumbrado a la ópera quedó embrujado por su talento y belleza, convirtiéndola en la primera estrella de la ópera en el continente, apodándola desde entonces "La Signorina".

Con respecto a su matrimonio con Malibrán, se han tejido diversas teorías. Para algunos fue un muy buen negocio del padre que recibió una suma de 100.000 francos por parte del banquero como compensación por el matrimonio. Para otros fue la válvula de escape que encontró María para alejarse del control paterno y, según otros, el padre se opuso se opuso férreamente al matrimonio por diferentes razones.

La anécdota cuenta que las relaciones entre padre e hija se volvieron muy tensas y en una representación del Otello rossiniano en New York, Manuel García-Otello amenazó con una daga muy filosa y real a Desdémona-Maria de manera tan brutal y convincente que la joven cantante exclamó en español "Papá, papá, ¡Por el amor de Dios, no me mates!". El público que no sabía la diferencia entre la angustiosa exclamación en español de Maria supuso que era una fina expresión dramática del italiano y estalló en aplausos.

El hecho es que María García se convirtió en María Malibrán a los 17 años, el 23 de marzo de 1826 cuando,  cansada del control paterno y de sus malos tratos,  fijó sus ojos en Eugene Malibrán, un banquero francés de 43 años y decidió casarse con él. A las pocas semanas se descubrió que Eugene estaba lejos de ser el acaudalado millonario que pretendía ser y tras varios pleitos judiciales y deudas impagas se declaró en banca rota, A pesar de todo Maria decidió quedarse al lado de su marido, defenderlo y ayudarle en su situación judicial con el pago de sus actuaciones en el teatro.

El resto de la familia Garcia-Sitches partió hacia México dejando a María en New York en una posición que estaba lejos de ser el sueño de liberación paterna que buscaba la cantante. 5 meses manteniendo a su marido soportó el espíritu en ebullición de la Malibrán hasta que harta de la situación pidió el divorcio que Eugene le negó rotundamente. La Malibrán sin nada más que hacer en América partió de vuelta a Europa, esta vez a París: el centro mundial de la ópera.

En 1828, María se libera definitivamente de la tutela paterna y parte hacia París en donde debuta en el curso de una gala como Semiramide de Rossini. El mismo público que hacía 3 años le había aplaudido la recibía de nuevo con la voz pulida por meses de intenso estudio con su padre.


Contratada por el Theatre Italiene de Paris (1828-34), se convirtió en la máxima interprete rossiniana de su época.
En voz, genio y carácter La Malibrán no tenía posible competencia en París. Su voz que al inicio de sus estudios no mostrara cualidades de primer orden se había extendido hacia los extremos del registro gracias al férreo estudio con su padre y en gran medida a la disciplina casi militar a que La Malibrán sometía a su órgano vocal.
Para ese entonces la voz era extensísima, así lo demuestran las partituras escritas expresamente para ella. No tenía problemas en producir un profundo Mi de contralto (bajo el Do escrito por debajo del pentagrama y en rápida ascensión llegar a la cima del Do más agudo de soprano.
A su talento vocal se sumaba su musicalidad que le permitía interpolar las más audaces y difíciles ornamentaciones según fuese su voluntad.
Escribía un crítico francés de la época: "Sus pasajes fueron remarcables no solamente por la extensión, rapidez y dificultad. Sino también por estar invariablemente marcados por el más intenso sentimiento y expresión. Su alma aparecía en todo lo que hacía".

A pesar de su triunfo el enfrentamiento con Henriette Sontag (Alemania, 1806-1854) fue inevitable desde un comienzo y si bien La Malibrán poseía claras ventajas sobre la soprano, tanto público como críticos se dividieron en opiniones.


Retrato de Henrietta Sontag-
Autor: Paul Delaroche (1797-1856)

Cuenta la anécdota que La Malibrán le desesperaba la hermosura de la voz más convencional y menos extensa de la Sontag, tanto que entre lágrimas se preguntaba "Por qué tiene que cantar tan bien?".
La rivalidad terminó una noche de 1829, en París, ambas se presentaban en Semiramide de Rossini, tras finalizar el dúo "Alle più care immagini", extasiadas la una de la otra por la manera suprema de cantar y ornamentar,  se abrazaron fraternalmente.

Gracias a esta amistad el público parisino pudo disfrutar de ambas cantantes combinadas en la misma ópera, así ambas se lucieron en Tancredi donde la Sontag brindaba una insuperable Amenaide, Don Giovanni donde La Malibrán cantaba la parte de Zerlina, un rol secundario al que sabia insuflarle el carácter de un principal y en la citada Semiramide de Rossini en donde la Malibrán cantaba la parte de Arsace.

Entre 1830-36 fue la cantante más popular, resaltando muy por encima de sus colegas y eclipsando a leyendas de su época como la misma Giuditta Pasta,  Rosmunda Pisaroni quien fue, quizá, la única contralto que pudo acercársele en perfección vocal.
Si los franceses convirtieron a la Malibrán en la superestrella del momento fueron los italianos quienes la envistieron del título de "Diva". En Italia no solamente fue reconocida como una artista inalcanzable sino que una verdadera manía, que en ciudades como Nápoles o Venecia o más tarde Milán rayaba en la histeria colectiva, se apoderó del público italiano.
Llego primeramente a Milán en donde ofreció un par de actuaciones privadas para partir rápidamente hacia el Teatro Valle de Roma en donde había sido contratada para actuar como Rosina en Il Barbieri di Siviglia de Rossini en donde interpoló una canción en francés escrita por ella para la escena de la lección de canto, lo que no mermó en su caluroso recibimiento. Pasó luego a Nápoles en donde el empresario Doménico Barbaja le ofreció un jugoso contrato por 20 actuaciones a 1000 francos por noche.
El 6 de agosto de 1832 un lleno total del teatro Fondo la esperaba para oír y ver a la superestrella francesa cantar en Nápoles. El rol elegido fue la Desdémona del Otello de Rossini. A la frialdad y crítica iniciales siguieron estruendosos aplausos que la consagraron en esa noche como la nueva diva de Italia.
El triunfo absoluto sin embargo le sobrevino a la siguiente noche en que interpreto a Ninetta en La gazza ladra. Un corresponsal inglés describió así aquella noche:
"Seis veces después de la caída del telón fue llamada Madame Malibrán a recibir los reiterados aplausos y adioses de la multitud reunida. La escena no acabó dentro de los muros del teatro pues una multitud de entusiastas acudió a la salida, y tan rápido como el carruaje salió, la siguieron entre gritos y vítores por su camino hasta el Palazzo Barbaja en donde la admirada vocalista los saludaba mientras ascendía las escaleras de su estancia".
Un crítico italiano describió su arte en la siguiente manera:
"La poderosa impresión que ella produce tiene su origen en su extrema sensibilidad. Es imposible impartir ya sea al aria o al recitativo una expresión más verdadera o apasionada. Es imposible concebir acción más dramática o silencio más elocuente".
A finales de septiembre Malibrán y de Beriot partieron hacia Bologna donde había sido contratada para 20 actuaciones. El impacto producido en la ciudad puede ilustrarse con una crítica de la época.
"Es media noche. La función acaba de finalizar. Acabo de llegar a casa lleno de la impresión que María Malibrán ha producido. Nunca vi una audiencia tan entusiasta: Madame Malibrán fue llamada 24 veces al escenario. La ovación duró más de una hora durante la cual cientos de laureles e immortelles, que habían sido traídas expresamente desde Florencia, fueron arrojados en el escenario. Estos manojos fueron acompañados de pedazos de papeles en los que se escribieron sonetos y odas. En resumen, tal arrebatadora admiración nunca antes había sido manifestada en Bologna. Los habitantes de esta ciudad, tan notables por gusto e inteligencia, rindieron los más grandes homenajes a la distinguida cantante y en la tarde subsiguiente inauguraron un busto en mármol ubicado en la entrada del teatro".
En la última función la multitud acompaño al carruaje por las calles entre saludos y vítores hasta su hotel, no contentándose con ello esperaron bajo su balcón y no se dispersaron hasta que la cantante apareció en él para agradecer las muestras de afecto.
Tras su triunfo avasallador en Italia, la Malibrán tomó partido por el liberalismo revolucionario italiano y su figura se convirtió en símbolo de la resistencia contra Austria.
En Venecia fue idolatrada y la ciudad de los canales le donó un Teatro con su nombre, como también una góndola especial que la transportaba por la ciudad.


En medio del triunfo llegó el amor en el transcurso de 1831 conoció a Charles-Auguste de Bériot , violinista belga a quien le dio un hijo en 1833, Charles-Wilfrid Bériot (1833-1914) pianista, maestro de Maurice Ravel, sin estar casada aún con él, lo que fue un escándalo de su tiempo.
En 1835 obtuvo el divorcio de su marido, al marqués de La Fayette,  héroe de la independencia americana,  que estaba enamorado de María y  la ayudó a  obtener el divorcio civil y también el religioso, argumentando que la nacionalidad de María, cuando  contrajo matrimonio no era española como los documentos declaraban,  sino francesa, por lo tanto la unión no era válida.
Félix Mendelssohn escribió un aria acompañada de violín especialmente para la pareja y en 1836, finalmente, María  y Beriot se casaron.
El mismo año, mientras la cantante actuaba en Londres, sufrió un fatal accidente montando a caballo. A pesar de las heridas sufridas, siguió cumpliendo compromisos y se negó a ver a un médico; según muchos, por el miedo a que le amputaran una pierna. El 23 de septiembre de 1836, cayó desvanecida tras una representación en Manchester y falleció con tan sólo 28 años.

La Malibrán está asociada a las óperas de Rossini. Cantó Tancredi, Otello, Il turco in Italia, La Cenerentola y Semiramide. También canto Il crociato in Egitto de Meyerbeer y La Sonnambula y I Capuleti ed i Montecchi de Vincenzo Bellini.
De acuerdo a los papeles que cantó, manejaba una tesitura de, al menos, tres octavas a partir de Re grave hasta Re sobreagudo. Sus contemporáneos, como Rossini, Donizetti, Chopin, Mendelssohn y Liszt, admiraban la intensidad de su presentación en escenario. Sin embargo, el pintor Eugène Delacroix la criticaba por lo que llamaba “su falta de tino”  y su  intento de “cantar para atraer a las masas, que carecen de gusto artístico”.
Desde el comienzo, la joven cantante mostró características de contralto, pero la férrea guía de su padre y la técnica la impulsaron a conquistar el registro de soprano. En sus años de triunfo absoluto, la cantante alternaba roles de contralto como Rosina en El Barbero de Sevilla, Tancredi o Romeo en I Capuleti ed I Montecchi con otros de soprano pura, como Norma, Semiramide Amina en La Sonnambula o Adina en L’elisir d’amore.
Su técnica dominaba la coloratura con facilidad: trinos, escalas, arpegios y cambios de registro. Si alguna crítica se le podía hacer era la poca homogeneidad del registro que, al estar sometido a un extensión demasiado amplia, mostraba un crisol de colores en toda la gama, defecto acusado también en su rival Giuditta Pasta.
La Malibrán, junto con Giuditta Pasta, poseían un tipo de voz llamado de soprano sfogato, es decir, una voz de soprano extensísima pero de un origen de contralto y que, por lo mismo, evidenciaba colores oscuros en algunas zonas del registro. Esta tipología vocal extrañísima tenía la cualidad de poder entregar momentos de intenso dramatismo y a la vez momentos de pirotecnia vocal pura.
La Malibrán se convirtió, como pocas, en leyenda mientras aun vivía. Con su voz privilegiada y su belleza hispánica -morena, sensual y de carácter vibrante y apasionado-,  no sólo embrujó al público sino también a los hombres de su tiempo. Artistas de la talla de Rossini, Donizetti, Bellini, Chopin, Mendelssohn y Liszt se contaban entre sus admiradores.
Rossini cayó rendido a sus pies y accedió a adaptarle el rol de Otello en su ópera a la tesitura de contralto para que la cantante pudiera cumplir así su capricho. Lo mismo hizo Bellini con su Amina en La Sonnambula y Donizetti llegó más lejos al escribirle el rol de Maria Stuarda en su opera homónima. Con su belleza y talento, la Malibrán encarnaba los ideales de la artista romántica que se veían enriquecidos por la tempestuosa y novelesca vida que le tocó vivir, como también por su trágico y prematuro final.


Presencia actual de la Malibrán

En 2007, la mezzosoprano italiana Cecilia Bartoli le rinde homenaje con una serie de recitales que recuperan la figura de La Malibrán, incluyendo una muestra itinerante en la que se exponen cartas, partituras, máscaras, bustos, joyas de atrezo y hasta 200 objetos pertenecientes o relacionados con María Malibrán, recuperados durante 20 años por la cantante lírica italiana, y que acompañan ahora a sus conciertos dedicados a la música que interpretaba la prematuramente desaparecida soprano española.


Cecilia Bartoli ha estudiado mucho los originales de la Malibrán. Además, ha trasladado los usos de la música antigua y barroca al inicio del romanticismo. Ha grabado, junto a la Orquesta La Scintilla y el director Adam Fischer, con instrumentos de época. Pero ha dado otro paso más. "No sólo hay que recuperar el sonido con los instrumentos, hay que recuperar el canto original de esa época con la voz".
A Cecilia Bartoli le gusta llamar a Malibrán por su nombre de soltera: María García. De hecho, el proyecto, que lleva la marca en el camión de Gobierno de España, también tiene una intención clara: "Dar a conocer a la familia García, que fue de referencia en su tiempo, respetada y admirada por todos los grandes de su época, empezando por Rossini", explica Bartoli. No se puede entender a María sin su padre, don Manuel, de quien también hay incluidas piezas en el disco. Es más, no se puede entender el bel canto, esa parte de la historia de la música en la que primaba la belleza de la voz sobre todo lo demás, sin el método y la ciencia pedagógica que le dio Manuel García (Entre sus discípulos, sus tres hijos: Manuel, obsesionado con cantar mejor inventa el laringoscopio para poder verse la laringe.- María Felicia, La Malibrán. Muere a los 28 años, Rossini la adoraba.- Paulina , La Viardot, triunfa en Europa cantando óperas de Bellini y Gluck.)

 

1st Piece of the concert
Felix Mendelssohn: Infelice
Scene for voice and Violin obbligato

 

2nd piece:
Gioacchino Rossini: La cenerentola

 

Cecilia Bartoli, mezzosoprano
Gaetano Donizzetti, La Fille du Régiment.
Enjoy!!!



Fuentes:

Website Museo Itinerante dedicado a Maria Malibrán:
http://www.mariaMalibrán.net/es/

www.weblaopera.com
www.elpais.com
es.wikipedia.org

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

© Revista de Artes Nº 15 - Julio / Agosto 2009
Buenos Aires - Argentina

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