De Orfeo al High End |
por Jorge Purriño*,
con la colaboración de Alex Kligman |
Imagen: http://orpheusandeurydice.org/
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A orillas del Estrimón, Orfeo toma su lira una vez más... Ella se ha ido, y su corazón jamás sufrió pena semejante...el inefable dolor que desgarra su alma se arrastra hasta sus manos, y allí se transforma...
Música.
¿Cómo reproducir las emociones que libera un instrumento ejecutado con la maestría del mítico Orfeo, capaz de conmover a los Dioses del Olimpo?
La profunda espiritualidad de la música, esa compleja simetría hecha de movimientos, silencios y tiempo, nos ha cautivado desde nuestros más remotos orígenes.
En el período conocido como antigüedad clásica, la lírica era el género más difundido y combinaba música, canto y poesía. Si bien existían algunos métodos de notación musical, las obras se transmitían principalmente de persona a persona. Era indispensable (y lo sería por mucho tiempo) la presencia del intérprete.
Tal vez resulta extraña la necesidad de “atrapar” o encerrar algo cuya misma esencia es la libertad. El impulso caprichoso de capturar lo espontáneo parece manifestarse como una extensión del humano deseo de perpetuarnos, de trascender y así burlar al tiempo... personalmente elijo un enfoque quizás, más ingenuo; creo que buscamos preservar algo más puro, más valioso que nosotros mismos... buscamos preservar la Belleza, la esencia vibrante del Arte.
Es entonces que la ingeniería, hija de la matemática, acude en auxilio del hombre.
En el siglo IX, los hermanos Banü Musä, eruditos persas, diseñaron los primeros autómatas musicales. En el año 850 escribieron un libro recopilatorio sobre estos ingeniosos mecanismos, la forma de construirlos y usarlos. Entre ellos se destaca un órgano hidráulico automático, capaz de reproducir melodías almacenadas en cilindros intercambiables. Estaba basado en el “Hydraulos”, el primer instrumento de teclado conocido en el mundo, cuya creación se atribuye a Ctsibius de Alejandría, en el siglo III.
Hasta mediados del siglo XIX las cajas musicales, cuyos variados diseños derivan de los artilugios Persas, eran la única forma de música grabada conocida por el hombre. (¿Cuántas maravillas se nos han escapado, verdad?...)
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Podemos hacer un repaso de los sucesos más destacados en este último siglo y medio:
En 1860 el francés Edouard Léon Scott de Martinville inventó el Fonoautógrafo, que básicamente graficaba sobre un cilindro en movimiento, cubierto de papel ahumado, las vibraciones de una membrana, generadas por las ondas sonoras. Curiosamente hasta el año pasado no existía un sistema para reproducir el sonido grabado por este dispositivo. Aunque la experiencia en sí misma es interesante, la calidad del medio, como puede esperarse, es bastante precaria.
En 1877 Thomas Alva Edison presenta el fonógrafo, considerado el primer aparato capaz de grabar y reproducir la voz humana. Consistía de un cilindro móvil envuelto en una lámina de estaño y un transductor acústico-mecánico que transformaba el sonido en movimientos vibratorios sobre un
estilete, encargado de trazar surcos en el cilindro. Para reproducir se ejecuta el proceso inverso, es decir, se recorren los surcos y las vibraciones mecánicas son transformadas en sonido por el mismo transductor. Más tarde se utilizaron cilindros de cera, que permitían grabaciones de mejor calidad y mayor durabilidad.
En 1888 aparece el gramófono de la mano de Emile Berliner y aquí comienza una verdadera revolución en cuanto a la difusión de la música.
Gramófono Kammer y Reinhardt ( E. Berliner) 1889
El gramófono se apoyaba en el mismo principio de transducción que utilizaba Edison, pero en lugar de grabar sobre un cilindro lo hacía sobre un disco metálico tratado químicamente. De una grabación original era posible producir miles de copias. Esta ventaja fundamental le permitió al gramófono desplazar a la invención de Edison. La velocidad de reproducción era de 78 r.p.m.
En 1904 la empresa de Berliner promocionó el gramófono en distintos países europeos, realizando grabaciones de orquestas locales. Hacia 1910 ya se había impuesto indiscutiblemente en el mercado.
En 1906 surgieron los cilindros de celuloide, de prestaciones superiores a los de cera, pero todavía con inconvenientes para la producción a gran escala.
Tambien en este año Lee de Forest patenta la válvula tríodo, componente fundamental en el desarrollo de amplificadores de audio, entre innumerables aplicaciones.
El 27 de agosto de 1920 se realiza en Argentina la primera emisión en vivo de radio desde el Teatro Coliseo de Buenos Aires. Un grupo de aficionados que fueron luego llamados “los locos de la azotea” transmitió “Parsifal” de Wagner, marcando otro momento crucial para la divulgación cultural y la industria de la música en sí misma.
En 1928 el alemán Fritz Pfleumer desarrolló la cinta magnética, que consistía en una capa de óxido de hierro sobre una larga cinta de papel. En los años siguientes se habían mejorado considerablemente las prestaciones de esta tecnología, sin embargo, a orillas de la segunda Guerra Mundial, Alemania intentó mantener todos los desarrollos relacionados en secreto. Fue recién a finales de los 40 que surgieron comercialmente los grabadores de cinta abierta. Sobre este medio se realizaron las primeras grabaciones en estéreo.
En 1930 nacen los discos de vinilo, cuyas prestaciones evolucionarían notoriamente a lo largo de los años, aumentando la densidad de las grabaciones con microsurcos a una velocidad de 33⅓ RPM
(en el 47) y logrando un estándar de calidad que llevó a acuñar el término Hi-Fi (alta fidelidad).
En 1947 se crea el transistor, cambiando para siempre la tecnología electrónica, y a través de esta, el mundo entero. Un aporte crucial para el desarrollo de equipos cada vez mas pequeños y de menor costo.
En 1948 abre sus puertas Holimar empresa Argentina dedicada al audio Hi-Fi.
En 1963 comienzan a comercializarse los cassettes de audio. Este medio de grabación-reproducción se tornó increíblemente popular al introducir el concepto de audio portable, gracias al walkman. Una contra de esta tecnología, es que los cassettes se deterioraban con mucha facilidad y no lograban una calidad óptima en relación con el vinilo.
En 1982 nace el formato que se ha mantenido como el estándar para la adquisición de música hasta la actualidad, los CD o discos compactos. Combinando una muy aceptable calidad, con portabilidad y buena solidez, además de un costo accesible.
En 1995 comienza a difundirse un formato de compresión de audio conocido como MP3, que a pesar de ser altamente portable y permitir, por ejemplo, llevar en un solo CD varios discos de audio comprimidos, en términos de calidad es claramente un retroceso. En el 2000 gracias a internet y con programas como Napster, el MP3 se transformó en el estándar para compartir e intercambiar archivos de audio, potenciado aún más por la comercialización de los reproductores de MP3, dispositivos de ínfimas dimensiones e impresionante capacidad de almacenamiento.
En 2000 Sony y Philips desarrollan el Super Audio CD formato que no ha logrado imponerse en el mercado como sustituto del CD. Pioneer y Matsushita presentaron el DVD-Audio con la misma intención y el mismo resultado.
En contrapartida a la corriente masiva y económicamente accesible, que resigna en gran parte la calidad del producto final, a lo largo de los años fueron surgiendo equipos cada vez más refinados, de características superlativas, que definen la categoría de Audio High-End.
Algunas empresas se han dedicado en el mundo al perfeccionamiento de estos sistemas de audio, por ejemplo, Mark Levinson, Goldmund y, en nuestro país, Holimar.
Todos estos desarrollos, aunque están influenciados por factores económicos y complejas cuestiones de mercado ajenas al Arte, no dejan de estar motivados en el fondo por la misma necesidad, la misma inquietud que cualquier audiófilo experimenta de una forma u otra… queremos sentir eso que sintieron los Dioses al escuchar a Orfeo…
* Jorge Purriño: Departamento Técnico de Holimar