David Ghelman
Hace muchos años atrás desarrollaba mi actividad profesional - soy médico- con un ritmo de trabajo muy intenso, de lunes a sábados.
Un miércoles le dije a mi esposa que había decidido suspender mi trabajo de ese día y la invitaba a distendernos y caminar un rato juntos, tomar un café y hablar de cualquier cosa.
Asi, paseando por algunas calles del centro, al ver un negocio que vendía aparatos de audio, le dije: -Cómo me gustaría tener tiempo para volver a escuchar, aunque sea un rato, una buena orquesta, en un buen aparato.
Mi oído fue bien entrenado para escuchar buenos instrumentos en plena orquesta, pues fui en mi juventud integrante de una orquesta sinfónica como violinista y toda mi persona está impregnada de aquellos sonidos inolvidables salidos directamente de los instrumentos, que se oyen muy diferente que los que provienen de equipos de audio.
Entramos al negocio en cuestión, escuchamos un equipo y no me conmovió.
Ese día decidimos emprender la búsqueda de un equipo que nos diera la posibilidad de escuchar del modo más parecido posible al sonido real de los instrumentos o de una orquesta tocando en toda su capacidad.
A lo largo de varios meses recorrimos, investigamos, preguntamos a amigos entendidos, consultamos en negocios especializados en equipos de audio. Todos los días miércoles que siguieron –que ya eran no laborables para nosotros- nos dedicábamos a visitar luthiers, amigos y negocios preguntando y escuchando.
Recuerdo que uno de ellos, quizás el más exquisito- nos dio una dirección y nos dijo: -Allí vas a escuchar chin-chin, pum-pum como a vos te gusta…
Fuimos, pero el chin-chin, pum-pum como decía mi versado amigo, no nos entusiasmó.
No recuerdo quién nos dijo: -Ah! vos tenés que ir a Holimar y allí vas a escuchar lo que buscás.
Ya llevábamos casi un año de búsqueda, así que fuimos como a hacer un tramite más pues, a esa altura, ya pensábamos que pedíamos lo imposible.
Llegamos a Holimar, previa concertación de una entrevista, y nos atendió un señor muy amable que dijo llamarse Alex. Nos invitó a tomar asiento en una sala con equipos de audio, indagó acerca de lo que buscábamos y fue a buscar unos discos.
Mientras esperábamos su regreso, escuché que alguien tocaba una guitarra en la habitación contigua y le dije a mi esposa: - Escuchá qué lindo toca!
Cuando volvió Alex con sus discos, le pregunté ¿quién toca tan bien esa guitarra?
Me respondió: -Venga y se lo presento…
Quedé impresionado al entrar en la habitación: un aparato emitía la grabación de un concierto de guitarra. Me costaba creerlo aunque no había nadie en la habitación, salvo un equipo de audio.
Ya Holimar, o Alex, me habían conmovido profundamente. Escuchamos sus discos en un equipo Holimar Modelo 304.
Comenzó entonces la etapa de hacer innumerables cuentas con mi esposa. Transpirábamos, pues nos resultaba difícil llegar al valor de compra, pero –al cabo- nos dijimos que valía nuestro esfuerzo y luego de varios meses de juntar hasta las “propinas”… logramos comprarlo. Era el año…
A través de más de 35 años seguimos disfrutando del equipo y del grato recuerdo de la amabilidad de Alex, el Sr. de Holimar que nos sugirió y facilitó la compra del Holimar 304, que seguimos teniendo hasta la fecha y al que en sólo dos oportunidades llevamos para realizar mantenimiento, ya que nunca impidió que escucháramos los instrumentos que ingresaban en nuestra casa a través suyo.
Era –es- cuidado por nosotros de manera especial porque le debemos poder emocionarnos con las orquestas y compositores en casa. La música armoniza nuestros estados de ánimo alterados…
Justamente hace unos días, llevé nuestro equipo por segunda vez para realizar su mantenimiento y volví a encontrar a Alex, lo que me produjo una inmensa alegría.
Dialogando con él acerca de lo ocurrido en tantos años de placer personal y familiar, pregunté acerca de la evolución tecnológica en Holimar y le propuse compartir su experiencia con los amigos de Revista de Artes .
Alex, con la amabilidad que lo caracteriza, aceptó y asi surgieron algunas reflexiones sobre cómo logró Holimar concretar avances importantes en lo que a tecnología se refiere.
Yo sostengo que en Holimar hay luthiers que construyen un instrumento que transmite fielmente sonidos que producen otros instrumentos. Este concepto es el que hace que titulemos la entrevista a Alex Kligman "Tecnología y Arte del Sonido" (y ahora también de la imagen).