TRAGEDIA DE LAPA
Teresa Ternavasio
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El vuelo 3142 de LAPA, de la aerolínea argentina LAPA, se estrelló en el Aeroparque Jorge Newbery de la Ciudad de Buenos Aires el 31 de Agosto de 1999 a las 20:54 hora local, cuando despegaba hacia la ciudad de Córdoba, protagonizando uno de los accidentes más graves de la historia de la aviación argentina.
La tragedia acabó con la vida de sesenta y cinco personas, particularmente jóvenes, y diecisiete conservaron la vida pero les dejó imborrables huellas en el cuerpo, como para no olvidar el hecho jamás.
Todo un pueblo se hizo eco del llanto de madres, hermanos, hijos, en fin, familias enteras, que no dejarán nunca de llorar.
La sociedad perdió el valioso aporte de estas víctimas que quedaron absurdamente borradas, sin poder transitar el camino de una vida honesta y honorable, con marcados principios morales, como bandera y la pena ganó un desesperado grito de impotencia.
Para ti MADRE, que quedaste esperando un” retorno” que se llevó el viento del dolor, escribo estos versos:
Qué pena ¡tan grande pena!
hostigo a María,
el día aquel en que los pájaros del mundo acallaron su canto para llorar.
Qué pena ¡tan grande pena!
hostigo a María,
el día aquel en que las constelaciones depusieron sus posiciones y las estrellas desvariaron rumbos.
Qué pena ¡tan grande pena!
hostigo a María,
el día aquel en que el sol y la luna se abrazaron para aunar dolores .
Qué pena ¡tan grande pena!
la de los habitantes del mar que se ahogaron en la tristeza,
la de los buenos de la tierra,
la de los que sufren porque en la noche de sus días jamás amanece,
la de los muertos empantanados de ausencias.
Qué pena ¡tan grande pena!
la del poeta porque fugaron las palabras y enmudeció e l alma,
Qué pena la del ciego porque perdió definitivamente la luz.
Qué pena ¡tan grande pena!
porque tembló la noche de frío, en medio de la tormenta.
Porque tu hijo marchó callado,
sin confesarte el secreto del reencuentro.
Porque los siglos serán siglos
Y tú
cada días te mueres un poco en esta espera interminable.
Qué pena ¡tan grande pena!
hostigo a la Virgen María
que al reflejar su mirada en el espejo de tus ojos
salpicó su rostro con la sangre de Jesús el Cristo, crucificado
y comprendió tu inmenso dolor,
idéntico al de ella.
ternavasio@hotmail.com