Curiosidades
Los ojos del amor
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A fines de 1700, mientras que su padre Jorge III estaba perdiendo la Guerra de la Independencia en Estados Unidos, George IV de Inglaterra estaba perdiendo su corazón a manos de una plebeya, María Fitzherbert. Se convirtió en la más famosa de las amantes del príncipe, llegando a casarse con él en secreto. El matrimonio era nulo de acuerdo al Acta de Matrimonios Reales de 1772, la cual estipulaba que todos los miembros de la familia real podían casarse únicamente con el consentimiento del rey o de su Consejo Privado. Se había solicitado el permiso, el cual no fue otorgado, debido a que la señora Fitzherbert era católica.
María le había regalado al joven príncipe un medallón con una pintura en miniatura de su ojo, preservaba el anonimato a la vez que mantenía el contacto visual. La idea se convirtió en moda y, durante unos 30 años, siguiron siendo uno de los ejemplos más raros de la joyería antigua. Hoy en día estas miniaturas son a menudo llamadas "los ojos del amante". Ellos continuaron viéndose aun cuando el príncipe se casó -bajo presión de sus padres- con su prima, Carolina de Brünswick-Wolfenbüttel en 1795, y Jorge volvió a vivir con María alrededor del año 1800; sin embargo, las relaciones entre ellos quedaron definitivamente rotas en el año 1811. Después de la muerte del ya entonces rey Jorge IV, en 1830, se descubrió que el monarca había conservado todas sus cartas, tomándose entonces las providencias necesarias para destruirlas.
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Si bien la mayoría de las fuentes informan que la moda comienza a raíz de esta historia, a principios de 1785, Lady Eleanor Butler anotó en su diario la llegada de un hombre joven que recientemente había terminado su Grand Tour, trayendo consigo el retrato de un ojo, hecho en París y engastado en un anillo, mencionándolo como una verdadera idea francesa". Ese mismo año, Horace Walpole menciona "los retratos de un ojo solo” en una carta a la condesa de Ossory, diciendo: "Un francés ha llegado a pintar ojos aquí".
Las imágenes fueron pintadas por pintores de retratos que se especializaban en imágenes pequeñas y detalladas que en este caso reprodujeron los ojos. En este caso, sólo se centró en el ojo, a menudo representado con cejas y pestañas. Un mechón de pelo, la sugerencia de las patillas o el puente de la nariz se apuntan a la identidad del propietario, pero nunca lo revela. Un borde de nubes con frecuencia rodea la imagen, acentuando aún más el misterio.
Entre 1790 y 1820 fueron moda en Inglaterra, Rusia, Francia e incluso, muy rara vez, los Estados Unidos. Con el tiempo, lo que empezó como una clave de amantes se extendió a familiares amados. Una de las piezas que se conservan, por ejemplo, es una pulsera, compuesta de cuatro ojos, cada uno perteneciente a un miembro de una familia y con sus respectivas iniciales; otra es la reproducción de un ser querido fallecido, montada en un marco de perlas que simbolizan las lágrimas.
Si quien encargaba la joya no podía darse el lujo del marfil, podía acceder a una pieza de menor costo realizada en un papel más grueso que el pergamino.
Fuentes:
missmoss.co.za
Smithsonian American Art Museum - http://americanart.si.edu
www.pbs.org