Bailarina y actriz estadounidense que desde muy pequeña se sintió atraída por el baile de claqué, siendo contratada por el empresario de vodevil Gus Edwards.
Poco después se trasladó a Nueva York en donde alcanzaría el estrellato en las míticas tablas de Broadway.
En 1935 debutaría para la Fox con Escándalos y posteriormente firmaría un contrato con el gran estudio de los musicales, la Metro Goldwyn Mayer, en donde triunfaría en inolvidables musicales del estilo de Melodías de Broadway 1936 (1935), Nacida para la danza (1936) y Melodías de Broadway (1937) de Roy Del Ruth; Rosalie (1937) de W. S. Van Dyke, Honolulu (1939) de Edward Buzzell, La nueva melodía de Broadway (1940) de Norman Taurog con el genial Fred Astaire de partenaire; Lady Be Good (1941) de Norman Z. McLeod o Sensations (1944) de Andrew L. Stone.
Tras su boda con el conocido actor Glenn Ford en 1943, Eleanor Powell se retiró casi definitivamente del cine (sólo aparecería en Sensations y como estrella invitada en Serenata en el valle del sol). La boda con Ford duraría hasta 1959, año de su divorcio, quedando tras un disputado pleito, Eleanor, en precaria situación económica. Para solucionar esto, Eleanor Powell volvió al baile y triunfó de nuevo en los escenarios de Las Vegas y Broadway. Posteriormente se dedicó a la televisión y a obras de beneficencia hasta su muerte, en 1982 en Los Ángeles. Tenía 69 años.
En la década de 1930, Fred Astaire y Ginger Rogers arrasaron en la RKO con sus films musicales, pero en la taquilla tuvieron a una seria rival en la actualmente olvidada Eleanor Powell, la reina del tap, con sus famosas Melodías de Broadway para la Metro. Al final de la década, Rogers abandonó el musical y Astaire la RKO. El mundo entraba en guerra y los gustos del público comenzaban a cambiar. Era como si se hubiera acabado un ciclo y se iniciara otro. Eleanor Powell vio como su estrella se apagaba pero antes de desaparecer del mundo del celuloide pudo emparejarse con su ex rival Fred Astaire, contratado por la Metro, en La nueva melodía de Broadway. El resultado es este film verdaderamente antológico con uno de los mejores bailes de la historia del cine: Beguin the Beguine.
La era de los grandes musicales Metro en Technicolor estaba a punto de comenzar y éste fue uno de los últimos en usar el blanco y negro. Por lo tanto este título tiene algo de testamento, una forma de crear musicales fenecía con él. A partir de entonces las melodías de Broadway se convirtieron en historia hasta que Gene Kelly les rindió un gran homenaje en Cantando bajo la lluvia.