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Revista de ArteS
Buenos Aires - Argentina
Edición Nº 32
Mayo / Junio 2012

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TANGO

 

 

PAQUITA BERNARDO

 

 

 


 

Nació en  1900 en el barrio de Villa Crespo, Buenos Aires, y fue apodada “La Flor de Villa Crespo”, o “La Mujer Bandoneón”, fue la primera mujer en ejecutar el bandoneón profesionalmente, siendo además compositora y directora de orquesta.

Comenzó estudiando piano, lo cambió luego por el bandoneón,  vedado en esos tiempos  para la mujer, debido a que su ejecución obligaba a abrir y cerrar las piernas, siendo mal visto para una joven de buena familia, por lo cual le costó bastante obtener el permiso de su padre para estudiar el instrumento.
Paquita nunca usó pantalones, vestía elegantemente con blusas, que solía reemplazar por camisas y corbatas. Al sentarse colocaba sobre su falda generalmente negra, un paño azul con bordados, sobre el que apoyaba el instrumento.


Se inició en pequeños conjuntos orquestales, participando en diversas funciones particulares y populares, formando su propia orquesta en 1921, con un sexteto denominado "Orquesta Paquita", que entre otros integraban Osvaldo Pugliese en piano, Alcides Palavecino y Elvino Vardaro en violines, Miguel Loduca en flauta y su hermano Arturo Bernardo en batería.
El debut en 1921 fue en el bar "Domínguez" de la calle Corrientes 1537.
Paquita Bernardo que no alcanzó a grabar, compuso unos quince temas, como los tangos “Blanquita”, "Cachito", "Floreal", "La Enmascarada", “La Luciérnaga”, “Labios pintados” y "Soñando"; los valses “Cerro divino” (en homenaje a Montevideo) y "Villa Crespo" y los pasodobles “Dejadme solo” y “La maja”.

Carlos Gardel le grabó los tangos “La Enmascarada”, con letra de Francisco García Jiménez en 1924 y “Soñando”, con versos de Eugenio Cárdenas en 1925, ambos en versiones acústicas con sus guitarristas José Ricardo y Guillermo Barbieri.
Originalmente, “La Enmascarada” era el tango instrumental “Cachito”, que Paquita compusiera en homenaje a Horacio J. Domínguez, que era el hijo de 10 años de edad del propietario del “Café Domínguez”.
Cuando Gardel escuchó el tango en el teatro "Smart" ejecutado por su autora, procuró que le pusieran letra a través de su hermano Arturo Bernardo. Se encargó de ello Esteban Celedonio Flores, con una letra cargada de lunfardismos que Gardel estimó no adecuada para una chica como Paquita. Se acudió entonces al poeta Francisco García Jiménez, cambiándole Gardel el título por el de “La Enmascarada”.

La enmascarada - Tango

Música: Paquita Bernardo y Letra: Francisco García Jiménez

Cuando quise, en la vida,
confiado, sólo una vez,
la mujer de mis sueños
fue traidora después...
Aquellas manos tan cálidas
ocultaban el puñal
que mató, cuando apenas germinó,
mi fe sentimental.

Hoy he encontrado a la impía
en un baile, enmascarada;
la delató su mirada
y una farsa combiné.
Fingí no reconocerla,
fui galante y ocurrente,
y luego, en palabra ardiente,
honda pasión declaré.

  Al creer conquistada
mi amorosa locura,
de su triunfo segura su antifaz se sacó.
Al mirarle a los ojos
recordé emocionado
la traición del pasado
y le dije con rencor...

"Para qué me has mostrado
tu cara sin antifaz,
si de hacerme tu esclavo
no es tu cara capaz...
En ella, risas o lágrimas,
no dicen nunca verdad.
¡Si sabré que tu imagen viva y fiel
también es tu antifaz!..."

En cuanto a “Soñando”, fue presentado en el “Primer Concurso de Tangos organizado por Max Glücksmann, en el Teatro Gran Splendid, en 1924, obteniendo el sexto premio. Según Orlando del Greco, obtiene el sexto premio en una elección fraudulenta, pues este tango fue el único bisado en toda la ronda, entre ciento cincuenta, a pedido expreso del público que colmaba el teatro y contra la orden de los organizadores de no repetir. 

Soñando - Tango
Música: Paquita Bernardo y Letra: Francisco García Jiménez

 

 

Dulce vivir feliz de mis amores
suave esperanza rayo de calma.
Como se va perdiendo en un suspiro
con sus dolores
toda mi alma.
Era tu amor muy cálido y ardiente:
era un torrente murmurador.
Y era tu voz ternura indefinida
arrullo y vida
del corazón.
Ya no estás junto a mi lado,
ya ni te veo siquiera,
ni en tu negra cabellera
puedo mi beso dejar...
Se fueron mis alegrías
se acabaron tus encantos
y hoy siento, al llorarte tanto,
que me consume el pesar. Soñando, siempre, soñando
con tu divina hermosura,
mi vida se va acabando


 

 


por una intensa amargura.
¡Y es tan fatal mi desgracia
que sólo te sé llorar!
Miro en mi cuarto tan pobre
el retrato que me dieras
y al contemplarlo quisiera
que mi alma viviese en él,
para que también llorase
por tu destino tan cruel.

Tu juventud fue como un débil lirio
que arrastró el viento de la inclemencia.
Así cayó de un golpe tu existencia
como en mi alma
tan cruel martirio.
Y este dolor, que llevo tan profundo
me hunde en el mundo de mi sufrir.
Siento mi ser cayendo sin segundo
y al evocarte
creo morir.


Paquita murió  en  abril de 1925, unos días antes de cumplir 25 años, de bronconeumonía.

 

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