Reflexiones Dislocadas. Pensamientos Políticos y filosóficos qom Timoteo Francia y Florencia Tola*. Buenos Aires. Rumbo Sur
Reseña de
César Ceriani Cernadas* (CONICET / FLACSO)
En el prefacio de El Hombre Primitivo como Filósofo, obra maravillosa editada originalmente en 1927, el antropólogo norteamericano Paul Radin reclamaba como “la más urgente necesidad para la etnología” la tarea de revisar en profundidad las tesis que afirman “la idea de que en los pueblos primitivos existe un nivel fijo de inteligencia, que el individuo está por completo sumergido en el grupo, que no se encuentran pensadores ni filósofos”(1).
Breve historia de vida de Timoteo Francia
Timoteo Francia nació en la antigua Misión franciscana Laishi, ubicada en el este de la
provincia de Formosa, en el año 1965. Terminó la escuela primaria y secundaria en Formosa, fue cosechero de algodón en la provincia de Chaco y cazador. Vivió en el barrio periurbano toba Namqom, a unos kilómetros de la capital formoseña. Nunca consiguió trabajo de maestro ni pudo concretar su sueño de estudiar abogacía por falta de recursos. Creó la Asociación Civil Lucio Rodríguez para luchar por los derechos humanos y territoriales de los qom. En el año 2000, cuando enfermó de tuberculosis, se convirtió al Evangelismo toba y predicó en la Iglesia de su padre. Falleció en el Hospital Central de Formosa el día 4 de octubre del 2008, luego de que fuera internado tras una recaída de tuberculosis.
Retrato de Timoteo realizado por su amigo toba Valentín Suárez
Timoteo niño, con su madre
Hermanas de Timoteo en la presentación del libro en Formosa
Más allá de las discusiones de la época, donde el tópico de la “mentalidad primitiva” fue central, el libro puso a disposición del gran público el interés por legitimar las dimensiones filosóficas y poéticas del pensamiento de hombres y mujeres pertenecientes a las entonces llamadas “sociedades primitivas”. Con distintas suertes otros trabajos antropológicos han seguido este camino. Pero en la antropología vernácula carecíamos, hasta ahora, de obras que lo reflejaran. Estas Reflexiones Dislocadas de Timoteo Francia y Florencia Tola constituyen un intento en saldar esta carencia, y su resultado es un producto de notable originalidad, intertextualidad discursiva y compromiso ético.
Nos encontramos así ante una obra muy bella, en su doble dimensión ética y estética. Un libro de profundidad emotiva, claro y opaco a la vez, como las tonalidades sepia de su cautivante tapa. La obra refleja con claridad los pensamientos, memorias y vivencias de un filósofo y activista qom, Timoteo Francia, fallecido en Octubre de 2008 a los 43 años a causa de tuberculosis, enfermedad-símbolo de la marginación y exclusión social de los aborígenes del Chaco Argentino. Pero asimismo el texto encierra una complejidad particular pues se impone la difícil tarea de ser, a su modo, una obra colectiva: un texto que refleja la manera en que los propios qom perciben las relaciones con los otros: abiertas, flexibles, trascendentes, territorializadas. De esta manera, no creemos traicionar a los espíritus de la obra (el plural es adrede) si la pensamos a partir de tres dimensiones entrelazadas: como homenaje póstumo, como trabajo de duelo, como manifiesto de vida.
Ya en las primeras páginas del libro advertimos con claridad su sentido de homenaje póstumo. En efecto, esta obra conmovedora ha sido impulsada como una manera de rendir tributo a la luminosidad de los pensamientos y acciones de Timoteo. Su artífice clave es Florencia Tola, antropóloga argentina cuyos últimos quince años han sido dedicados con pasión y esmero al estudio y acompañamiento del pueblo qom. Sin la tenacidad de Florencia, sin su inclaudicable dedicación al trabajo, pero sobre todo sin su profundo amor hacia Timoteo este libro no existiría. Pero el homenaje encaminado por esta querida amiga fue ejecutado por múltiples voces, abriendo así el juego –inédito en la literatura local- a una filosofía y antropología comparada. Así nos encontramos con los pensamientos de un filósofo qom que son puestos en diálogo con las reflexiones de otros paisanos, como el caso del artista y educador Valentín Suarez, de otros colegas, en este caso excelsos eruditos de la filosofía budista y con antropólogos, historiadores, lingüistas y juristas abocados al estudio y defensa de los pueblos indígenas argentinos. Pero el libro es también un homenaje, un recuerdo, un emblema, del inmenso dolor ante su muerte por parte de sus hermanas Zulema y Rogelia. “Todo nuestro amor fue para nuestro hermano mayor”, palabras que titulan los relatos de ambas, constituyen sin duda uno de los momentos más emotivos y preciosos de esta obra. Es este punto el que nos lleva a la otra dimensión señalada.
Estas Reflexiones Dislocadas son asimismo una herramienta para el trabajo del duelo, para canalizar la aflicción ante la pérdida de una persona tan querida y tan admirada. No creemos forzar los sentimientos si afirmamos que esta obra condensa y materializa la elaboración de ese trabajo sobre el dolor, la memoria y la impotencia ante su muerte. Esto expresa en primer lugar el duelo de Florencia, su artífice o coautora, y de sus hermanas, pero también de esas múltiples voces que dialogan con los pensamientos de Timoteo atravesando culturas y geografías.
La tercera perspectiva involucra el locus central de la obra: las palabras, reflexiones y valoraciones de Timoteo como manifiesto de su vital compromiso por la autodeterminación indígena en su plenitud. Y esto implica, precisamente, dar cuenta de una totalidad que solo nuestras formas de vida –que solemos llamar “moderna”- separa en fijos y fríos compartimentos: territorialidad, educación, espiritualidad, memoria, política. Para Timoteo, como para los miles de aborígenes que habitan las tierras de nuestro país, estos constituyen elementos de una visión integrada de la vida y el devenir, todos ellos en constante flujo y comunicación.
Voces. Este es un libro de múltiples voces. Una voz guía y un coro de acompañantes que, a su debido tiempo cada uno, expanden, explican, comparan con Timoteo. Las voces dialogan en torno a un orden temático pautado y dispuesto en cinco temas clave: el discurso político indígena (cap. 1), la filosofía territorializada (cap 2), la memoria histórica (cap. 3), la educación intercultural (cap. 4) y la legislación sobre derechos indígenas (cap. 5). Mas allá de estas separaciones, necesarias sin dudas para la organización de la obra y la coherencia interna de acuerdo a nuestros criterios, el pensamiento de Timoteo fluye libremente a través de las mismas. Un pensamiento holístico, integrador, complementario e interdependiente, abierto al mundo de la experiencia previa y venidera. Pero este pensamiento abierto se anuncia al mismo tiempo desde una territorialidad concreta, desde una experiencia histórica colectiva que es el derrotero dinámico del pueblo qom.
“Lo espiritual es lo más integral que tenemos”, dice Timoteo en la página 88 y luego agrega “la espiritualidad está implantada en el ser indígena y esto es lo que produce vitalidad para prolongarse y proyectarse en el tiempo” (p. 93). Y así nos enseña que el término “espiritual” debe ser leído como símbolo que condensa la totalidad y continuidad de la experiencia indígena chaqueña, como la malla que conecta lo visible y lo invisible, lo sensible y lo inteligible, el pasado, presente y futuro, lo político y lo poético. La filosofía de Timoteo da cuenta así de un pensamiento múltiple territorializado-espiritualizado, afín a la cosmovisión qom y como tal preocupado por el poder, sus fuentes, usos y abusos, por la memoria colectiva y el consejo de los ancianos y por los claroscuros identitarios del encuentro con la sociedad nacional, las misiones evangélicas (de crucial importancia en la vida indígena chaqueña desde 1940) y las políticas multiculturales contemporáneas. No menor es la impronta utópica de esta filosofía crítica y evocadora, que se reconoce como parte de “un pueblo con miles de años en el camino de la historia y de los tiempos” (p. 128), pero que asume –en sus palabras finales- que el “espíritu de aliento, el diálogo y el esfuerzo desinteresado” deben contribuir con un “futuro mejor y más seguro para todos los pueblos indígenas de Formosa y del resto del país” (p. 202).
Borges solía enseñarnos que la celebre metáfora de Heráclito sobre el río (“nadie se baña dos veces en el mismo río”) no solo nos enfrenta al metafísico problema del tiempo sino también –y más dramáticamente- al misterio de la identidad individual. No solo el río cambia, también nosotros, pues como las corrientes acuáticas fluimos en un constante devenir. Otro maestro, Bob Dylan, también nos enseña que “no hay nada tan estable como el cambio”. La filosofía qom que Timoteo nos ilumina a partir de estas páginas da cuenta de este pensamiento dinámico, preocupado por el movimiento, la acción, el cambio y la permanencia entendidos como fenómenos interdependientes y complejos. Al leerlas nosotros también nos sentimos transformados, sentimos que somos los mismos pero también otros, sentimos nuestro llamado a reflexionar y a actuar, sentimos que nuestros pies y cabezas desean movernos hacia un futuro mejor, integrador y múltiple.
(1) El Hombre Primitivo como Filósofo. Buenos Aires: Eudeba, 1960, p. 11.
* Florencia Tola es Dra. en Antropología (EHESS), Investigadora Adjunta CONICET. Investigadora asociada al Centro EREA del LESC (UPO/CNRS) * César Ceriani Cernadas es Dr. en Antropología por la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).