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© Revista de Artes Nº 10 - Agosto 2008
Buenos Aires - Argentina

El arte degenerado


Arthur Kaufmann, La emigración intelectual, tríptico, 1938-40
Entre las personas retratadas se encuentran: Fritz Lang, Ernst Bloch, Max Wertheimer, Arnold Schónberg, George Grosz, Heinrich Mann, Otto Klemperer, Arnold Zweig, Albert Einstein, Klaus Mann, Thomas Mann, Erika Mann, Erwin Piscator, Kurt Weill, Max Reinhardt, Ernst Toller.

El 30 de junio de 1937 Adolf Hitler ordenó «seleccionar las obras del arte decadente alemán posteriores a 1910 en posesión de los municipios, las provincias y el Reich alemanes, en los campos de la pintura y la escultura con el fin de mostrarlas en exposición», para la cual debían ser confiscadas.

Bajo el título de «Entartete Kunst» (Arte degenerado) y con procacidades tales como «barbarie del arte», «disolución de la forma», o «locura completa», las obras confiscadas - trabajos de artistas como Beckmann, Kokoschka, Klee, Barlach, Nolde, Kirchner, Heckel, Ernst, Grosz, Baumeister o Schwitters - fueron mostradas al público por última vez en el Reich alemán el mes de julio del mismo año. Siguió a ésta una segunda incautación, que abarcó, entre otras, obras de Cézanne, Picasso, Braque, Gris, Delaunay, de Chin- co y Munch. Con ello alcanzó su punto culmi nante la persecución del arte moderno por parte del nacionalsocialismo.

Esta señal alarmante inició una oleada de emigración, de la verdadera, «exterior», hacia Holanda, Inglaterra, Francia, Italia, Noruega, Suiza, Checoslovaquia y los Estados Unidos, y también de la llamada emigración «interior», de la retirada al cobijo campesino o al anonimato profesional. Sea cual fuere la decisión que adoptaron los artistas, ninguna les resultó fácil. Unos abandonaron la patria, su hogar afectivo y expresivo, sus familias y amigos, se encontraron en fuga o fueron internados en campos de concentración. Percibieron en su carne el aislamiento, padecieron bajo su soledad, otros vivieron, como por ejemplo Schlemmer, haciéndose a sí mismos el reproche de verse obligados, para ganarse el sustento, a realizar trabajos que significaban una concesión artística a las normas dictadas por el poder político reinante.

Werner Haftmann , autor del libro "Arte proscrito" (Verfemte Kunst — Bildende Künstler der inneren und aÜberen Emigration in der Zeit des Nationalsozialismus>’, DuMont-Verlag Kóln 1986), fue testigo coetáneo y antiguo Director de los Museos Estatales en Berlín, y describió los problemas humanos y artísticos resultantes de tales situaciones extremas.

Fuente: Revista Kultur Chronik, nº 4, 1987.