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Revista de ArteS
Buenos Aires - Argentina
Edición Nº 53 - Marzo 2016

 
   
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Mariano Fortuny y Madrazo,
un artista polifacético y cosmopolita que permaneció en el olvido.

"Un alquimista", "un soñador", "un hombre del Renacimiento", "el mago de Venecia"...Mariano Fortuny y Madrazo (Granada, 1871 - Venecia, 1949) fue un caso excepcional en la Historia del Arte, del diseño y de la tecnología de finales del siglo XIX y del siglo XX. Su capacidad creativa y la impronta que dejó en campos tan diferentes como la pintura, la moda o la tecnología, invita a buscar sus antecedentes en los artistas del Renacimiento o en el Barroco de un Bernini, donde el espíritu humanista conciliaban la ciencia y el arte para el pleno desarrollo del individuo. Hombre de profundos y muy variados intereses, tan versado en la física y la química como en las artes, Fortuny tenía un arraigado sentido de la tradición y un profundo conocimiento del pasado, germen de muchas de sus ideas y motivos, que él fue capaz de combinar con las tecnologías más recientes –a menudo de su propia invención– para terminar haciendo algo innovador y profundamente moderno. Su formación como ingeniero contribuyó a hacer de su perfil uno de los más completos del panorama cultural. Él no adquiría las máquinas  con que, en parte, lograba concretar sus creaciones de artista, las creaba. Se sentía muy orgulloso de ellas, fue un hombre tecnológico, de ciencia y, a la vez, un artista”. Aunó prodigiosamente la tecnología con la artesanía, desde su empresa Società Anonima Fortuny, con sede en la isla veneciana de Giudecca, se dedicó a la impresión mecánica de tejidos, con la salvedad de sedas y terciopelos, que estamparía a mano.

Aunque estableció su domicilio y su taller en la ciudad de los canales, Fortuny y Madrazo continuó viajando por buena parte de Europa, y comenzó a exponer sus pinturas en Londres y París. En esta última ciudad, en la que había pasado su infancia, fue también donde conoció la que sería su esposa, Henriette Negrín. 

También en aquellos años de cambio de siglo Fortuny comenzó a experimentar con otra de sus pasiones: la fotografía. Mientras estaba en París en 1901, el artista adquirió una cámara Kodak Panoram, con la que obtenía negativos de gran formato, y comenzó a experimentar en aquella nueva y apasionante técnica de expresión plástica. A lo largo de su vida, Fortuny realizó más de 12.000 fotografías, llenando algo más de 200 álbumes. Una cifra que hoy en día –en plena era de la fotografía digital– puede parecer modesta, pero en su época suponía un archivo fotográfico monumental. Fortuny empleó la fotografía con multitud de fines, pues además de documentar con ella todo lo que le interesaba visualmente –patrones, telas, dibujos, etc.– también realizó multitud de retratos, tomas de paisajes, viajes…, que después aprovechaba en sus pinturas.

A pesar de su talento para la pintura, el grabado y la fotografía, Fortuny destacó especialmente en el teatro y en la ópera, dedicación por la que sería mundialmente admirado y apreciado en su época. En los escenarios, Fortuny aplicó el concepto de “arte global” que había recibido de Wagner, pues no sólo concibió piezas musicales, sino que además destacó como modisto creando indumentarias para los actores, diseñó escenografías e incluso sistemas de iluminación.En el campo de la escenografía teatral: ideó la denominada cúpula Fortuny que consiste en un cuarto de esfera que ocupa todo el escenario y que crea la ilusión de cielo cuando la acción se desarrolla al aire libre. La primera cúpula fue montada por Fortuny en París (1902); el sistema fue adoptado por el teatro del Liceo de Barcelona y por Max Reinhardt en el Deutsches Theater de Berlín. 

Entre 1901 y 1934 registró numerosas invenciones en París, desde un sistema para variar la intensidad de las lámparas hasta un medio de propulsión para embarcaciones, además de las patentes para el diseño de su vestido más famoso, el Delphos, una serie de nuevos procesos de impresión textil y un sistema revolucionario para la iluminación de espectáculos teatrales. Creó algunas de las telas y vestidos más notables del siglo XX, sin duda uno de sus logros más perdurables y actuales. Sus prendas de seda plisada o sus capas de terciopelo son considerados por los historiadores, coleccionistas y museos de todo el mundo como la manifestación y la encarnación de un arte en su máxima expresión: el vestido como obra de arte...; vestidos atemporales que las mujeres pueden seguir llevando de una manera moderna y natural sin que parezcan un disfraz.

Admirado por escritores como D’Annunzio, Hofmannsthal o Proust, quien utiliza repetidamente el nombre de Fortuny al hablar del vestuario de las protagonistas de "En busca del tiempo perdido". Artistas como Eleonora Duse, Sarah Bernhardt o Isadora Duncan, y diseñadores como Balenciaga, Mary McFadden, Karl Lagerfeld, Krizia y Roberto Capucci o Issey Miyake, celebridades como Julie Christie, Lauren Hutton, Lauren Bacall o Marisa Berenson se fotografiaron a menudo con sus vestidos.


Isadora Duncan y su hija, ambas con un vestido de Fortuny Madrazo

 


Lauren Bacall en los Óscars de 1979.

Si bien todos los grandes de la moda de ayer y hoy, Givenchy, Oscar de la Renta o Lagerfeld se han inspirado en Madrazo, no se puede decir que éste haya sido una estrella de la moda, al contrario, se mantuvo siempre al margen, por considerarse un "pintor" que utilizaba los diseños como una forma de dar "volumen" y luz" a sus cuadros.

Su obra de arte que ha trascendido al vestido, es "Delphos". Cuatro piezas de seda de un plisado especial unidas por un cordoncillo de piedras o cristales de Murano que dotan a la mujer de una enorme libertad y, a la vez, de una belleza clásica".

Hacia 1907 Fortuny y su esposa,  Henriette Negrin, tras un viaje a Grecia  confeccionan el vestido Delphos inspirándose en los chitones jónicos de la antigua Grecia, una sencilla túnica de tela plisada que cae libremente a ambos lados del cuerpo, adaptándose a la anatomía .
El plisado de sus prendas, conocido mundialmente con su apellido Fortuny, se realizaba con un método secreto todavía sin descubrir, se ha imitado pero no con esa perfección, además se utilizaron tintes especiales basadas en antiguas recetas tintoreras y materiales naturales,  de hecho Fortuny patentó los colores  que por su alegría denotan  la  época en las que fueron creados,  la Belle Epoque...Se dice que su esposa tras la muerte de Fortuny tiro al río todas las muestras para que jamás pudiera imitarse. Ese plisado facilita que se pueda transportar enrollado como una madeja y de hecho se vendía en unas cajas personalizadas, en eso también innovó.

El teñido de la seda lo preparaba él mismo siguiendo antiguas recetas. Luego realizaba un doble plisado de la tela y lo que le diferenciaba de otros es que usaba  la proteína de la clara de huevo para plisar y lograr un efecto mórbido. Otros utilizaban almidón, que dejaba la tela rígida. Su mujer, Henriette, le ayudaba en el laborioso proceso del plisado, que se conseguía retorciendo con las manos la tela mojada y sometiéndola a un complicado procedimiento de un artilugio inventado por él mismo.

Este vestido es importante no sólo por su belleza y las técnicas empleadas para conseguir ese aspecto y esos colores sino por lo que significa para el género femenino. En esa época las mujeres llevaban vestidos recargados y utilizaban una cotilla que oprimía y modelaba la figura. Vivían encorsetadas en todos los aspectos. Esta prenda supone una revolución  porque  libera el cuerpo de la  mujer facilitando los movimientos, cayendo sobre el cuerpo sin marcar excesivamente pero insinuando las curvas de forma elegante. Ese es el motivo por el que se convierte en un icono para las mujeres de esa época.

Fortuny y su esposa, a lo largo de los años,  fueron variando estos vestidos, no hay dos iguales,  se utilizan mangas cortas y largas, se rematan  las mangas  usando un cordón de seda engarzado de cristales de murano. Se incorpora una chaqueta o chal de  terciopelo, se  emplea un fajín o cinturon,  así como abalorios de cristal de murano que decoran pero que también mejoran la caída de la tela, etc..

Su obra está, entre otros, en el Victoria & Albert Museum de Londres, el Musée de la Mode et du Costume y la Union Française des Arts du Costume de París, la Galleria degli Uffizi de Florencia, el Costume Institute de Kyoto, el Museum of Fine Arts de Boston, Los Angeles County Museum, el Philadelphia Museumof Art, el Fine Arts Museum of San Francisco, la Smithsonian Institution deWashington, o en los neoyorquinos Brooklyn Museum, Cooper-Hewitt Museum, Fashion Institute of Technology, el Metropolitan Museum of Art y el Museum of the City of NewYork. Mariano Fortuny es ya parte indiscutible de la historia del arte, del diseño y de la indumentaria, un referente para estudiantes y diseñadores, un enigma para los estudiosos, que sigue inspirando una intensa atracción.

 

No solo fue un creador de obras de arte, sino también de todo un universo original, complejo y paradójico, rebosante de fantasía y realidad, de ciencia y magia, de arte y vida. En una época que valora cada vez más la especialización, en que uno se ve forzado a saber más y más sobre una parcela cada vez menor, Fortuny, humanista y universal, sobresale como un ejemplo no sólo de lo que una persona puede hacer, sino de lo que puede llegar a ser.

 

Fuentes:

smoda.elpais.com

www.lacentral.com

www.metmuseum.org

handrailperchero.wordpress.com

 

   
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