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Revista de ArteS
Buenos Aires - Argentina
Edición Nº 51 - Julio / Agosto 2015

   
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Franz Xaver Messerschmidt

(Alemania 1736 - 1783)

 

 

Escultor alemán que vivió entre los periodos Barroco y Neoclásico, se educó en Munich, Graz y en la Academia de Arte de Viena.

Recluido en una cabaña cercana a Wiesenstein, su pueblo natal de Austria, y viviendo de la
leche de una vaca y de la carne de unos corderos que le cuidaba el hijo de un vecino, el
escultor Franz Xaver Messerschmidt comenzó en 1775 a esculpir la primera de sus
misteriosas cabezas. En efecto, y aunque no lo parezca si se contemplan con detenimiento
estas imágenes, hablamos del siglo XVIII, y no del XX o del XXI.

Hechas en bronce, en plomo, en mármol o en alabastro, plagadas de modernidad y de rasgos expresionistas e hiperrealistas que nadie podía siquiera imaginar en aquella época, este artista torturado por fantasmas que solo él veía llevó a cabo durante toda su vida una serie de bustos -muchos de ellos autorretratos- que se ríen, lloran, gesticulan grotescamente, cierran los ojos o
abren la boca como si hubieran enloquecido. Se dice que hasta su muerte realizó 60 de ellas.
Jamás vendió ninguna. Le acompañaron siempre a lo largo de su vida errabunda. Nadie ha
sabido muy bien interpretarlas, qué quiso decir o gritar Messerschmidt con ellas.

Nació en 1736 en Austria.Siempre fue escultor. Estudió en Viena y tras un viaje de formación
en Venecia se instaló definitivamente en la capital austriaca. Su primera obra famosa fue un canónico retrato en bronce de la emperatriz Marie-Thérèse de Hungría. Vivía de los encargos
de los burgueses de la época y de su puesto de profesor auxiliar de la escuela de Bellas
Artes, en la que él mismo había estudiado.

Pero todo se torció. Los encargos comenzaron a escasear y en 1774, con 38 años, lo
rechazaron para el puesto de profesor titular de la Academia de Bellas Artes. El tribunal
alegó "problemas cerebrales". Y añadió: "A veces parece perder la razón".

Franz Xaver Messerschmidt tal vez padecía esquizofrenia. Se da también por cierto que le
influyeron mucho las teorías heterodoxas y particulares sobre el magnetismo animal del
médico Franz Anton Mesmer.

Arruinado, vejado, acosado por sus obsesiones, Messerschmidt lo vendió todo y volvió a
su pueblo natal en busca de refugio en una cabaña construida en las afueras. Friedrich
Nicolai, filósofo, editor e historiador austriaco, que le visitó en su casa en 1781, dos años
antes de morir, describió a un hombre extraño que se pellizcaba frente al espejo y
gesticulaba estrambóticamente con el fin de forzar el rostro y de llegar a componer una incomprensible teoría de las proporciones que, según él, gobernaba el mundo. El artista
buscaba afanosamente 64 gestos primordiales. Los que, pacientemente, fue modelando
en sus esculturas primorosas y alucinadas, según el filósofo. Nada creyente en fantasmas
atormentados, Friedrich Nicolai atribuyó parte de la locura de Franz Xaver Messerschmidt
a su castidad extrema y extremadamente militante. Cuando le preguntó por qué ocultaba
siempre el labio inferior en sus esculturas, el artista le contestó: "Porque ningún animal de la naturaleza lo enseña".

A su muerte, su hermano, también escultor, encontró los raros bustos que estamos viendo.
No se expusieron hasta 1794, en el Hospital de Viena. Allí, una voz anónima bautizó a su
manera en un folleto las 49 obras que se conservaban, con la intención de despertar en el
público más la risa y el sarcasmo que la emoción estética. Las esculturas reciben nombres
como El hombre que sufre de estreñimiento, El hipócrita y el calumniador, El hombre que bosteza...

Con estos títulos azarosos se les conoció siempre y se siguen conociendo. A finales del
siglo XIX, la colección se diseminó en una subasta en Viena. Hasta los años veinte las
extrañas cabezas de este escultor austriaco no comenzaron a atraer a los estudiosos y a
los artistas, que veían en ellas una auténtica premonición de su propio expresionismo.
Ahora constituyen un objeto de deseo por parte de cualquier museo o coleccionista, aunque
se siga sabiendo tan poco como antes de su enigmático autor...

Fuentes:
elpais.com

 

   
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