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Revista de ArteS
Buenos Aires - Argentina
Edición Nº 51 - Julio / Agosto 2015

   
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SABORES DEL CINE

 

Té helado de limón de Los Puentes de Madison

Un refrescante té helado de limón para encantar paladares enamorados, ideal para tardes calurosas en las que sientes una amorosa brisa.

Pocas historias en el mundo del cine han causado tanta nostalgia como Los Puentes de Madison. Porque es amor contenido, se justifica y seduce.

Los puentes de Madison (The Bridges of Madison County) es una película estadounidense de 1995 dirigida por Clint Eastwood e interpretada por el propio Eastwood junto a Meryl Streep, Annie Corley, Victor Slezak y Jim Haynie, entre otros. El guion, escrito por Richard LaGravenese, es una adaptación de la novela homónima de Robert James Waller y explora la relación entre Francesca, ama de casa, y Robert Kincaid, fotógrafo.

Para comenzar, Los Puentes de Madison nos traslada hasta 1965, al condado de Madison en Iowa, EEUU. Allí hace su vida Francesca, quien se encuentra sola por 4 días, mientras su familia, dos hijos y su marido, están en una feria ganadera en Illinois. Estando en casa siente llegar una camioneta. Luego de estacionar frente a su casa, un hombre con aires perdidos le consulta por los puentes techados de Madison. Él es Robert Kincaid, un fotógrafo de National Geographic que de forma simple llega hasta la vida de Francesca.

Ella le acompaña, señalándole el camino. Durante el recorrido sutiles escenas van construyendo lo que se comienza a gestar: un gran amor. Francesca le cuenta a Robert que es oriunda de Italia, que siempre deseó otros caminos, pero que llegó hasta Iowa por su marido y se quedó para formar una familia. Él la observa y la escucha.

Así comienzan cuatro días de conversaciones, tejiendo una base natural, honesta y simple de dos personas que se atraen y que deciden vivir su pasión durante estas jornadas. A veces dulce, a veces amargo, pero sin duda una amalgama de escenas que, aunque vistas una y otra vez, siguen encantando, transportando y deseando que ambos amantes escapen juntos hacia una vida para compartir.

Luego de hacer algunas fotografías del paisaje circundante, Robert vuelve a casa con Francesca y ella le ofrece un té helado para refrescarse después de una jornada de trabajo.

Robert se había sentado a la mesa de la cocina, y se alisaba el pelo con las dos manos; y ella sabía que él la observaba.
-¿Limón?
-Sí, por favor.
-¿Azúcar?
-No, gracias.
El jugo de limón goteó lentamente por la pared del vaso, y él notó eso también. Robert Kincaid no se perdía ningún detalle.
Francesca colocó un vaso frente a él y el otro al otro lado de la mesa de fórmica. Puso las flores en agua, en un viejo frasco de jalea con dibujos del pato Donald. Apoyada en la repisa, levantó una pierna y se quitó la bota. Luego se apoyó en el pie descalzo y se sacó la otra.
Robert bebió un sorbito de té y la miró.  (Los Puentes de Madison, novela de Robert James Waller)

La película comienza con la muerte de Francesca y su deseo de ser incinerada, para que sus restos se queden junto a Robert, fallecido hace algún tiempo, y quién le dejó su patrimonio y un registro fotográfico llamado "Four days", en los que a través de imágenes relata aquellos días junto a ella.


© 1995 - Warner Bros. Pictures. All rights reserved.

De seguro pueden haber bebidas más refrescantes que un té helado con limón, pero cada vez que lo pruebes puedes recordar cómo ésta fue parte del comienzo de una de las historias de amor cinematográficas más recordadas.

Ingredientes

  • Dos limones
  • 2 bolsitas de té
  • 900 ml. de agua mineral
  • Azúcar moreno
  • Hojas de menta

Cómo preparar un té helado de limón

  1. Lavar bien los dos limones. Cortarlos en dos mitades, y exprimirlos. Trocear la cáscara en pedacitos pequeños.
  2. Poner a hervir el agua. Cuando se inicie la ebullición, poner a cocer las bolsitas de té y echar al cazo el zumo del limón y los trozos de cáscara. Dejar hervir durante unos 5 minutos.
  3. Colar el té y echarlo en una jarra. Añadir azúcar moreno a gusto (con unas 5 cucharadas debería bastar), remover y meter la jarra en la heladera.
  4. Al servir el té de limón, hay que procurar que esté siempre helado. Una vez en el vaso, añadir una hoja de menta.

 

Fuente:
www.betazeta.com

 

   
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