Desde el siglo XVIII y tal vez incluso desde antes, los huevos huecos en los que habían sido escritos textos sagrados en micrografía fueron utilizados como decoración en el sukot europeo. No todos los textos tenían relación directamente con la festividad judía de Sucot (1), la Fiesta de las Cabañas. El huevo que nos ocupa tiene el Cantar de los Cantares 1-4:7 inscrito en letras minúsculas. En ocasiones, se agregaban plumas al huevo colgante, lo que le confería la apariencia de un pájaro en vuelo.
Polonia, siglo XIX - Huevo decorado con texto micrográfico del Cantar de los Cantares. Manuscrito en tinta.
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(1) Con la llegada del otoño, los labradores, los viñateros, los fruticultores, recogen y almacenan los frutos de su labor. En Deuteronomio ("Dvarim"), el 5º libro del Pentateuco, leemos (XVI, 13-14): "Celebrarás la Fiesta de las Cabañas durante 7 días, una vez recogido el producto de tu era y de tu lugar. Te regocijarás en esta fiesta tú, tu hijo, tu hija, tu siervo y tu sierva, así como el levita, el extranjero, el huérfano y la viuda que habitan en tu ciudad".
Dice después el texto (XVI, 15): "Y te darás por entero a la alegría" ("Vehaíta aj saméaj"). De ahí la tercera denominación de esta festividad: "Zman Simjatenu" (el tiempo de nuestra alegría). Y a veces es llamada simplemente "la fiesta" ("Hejag").
Sin embargo no todos los campesinos podrían alegrarse por igual, ya que los frutos de sus tierras serían disímiles. Por eso el Levítico (o "Vaikrá") ordena: "Moraréis los 7 días en cabañas (XXIII, 42)... "que yo hice habitar en cabañas a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto" (XXIII, 43).
Sin duda, se trata de una rememoración histórica. Pero es también un símbolo de igualdad. En el desierto que los judíos debieron recorrer durante 40 años, no había palacios junto a precarias chozas. Todos moraban en sus cabañas. La "sucá" (cabaña) que los representa, es para el Pueblo de Israel un recuerdo de aquella vida primitiva, sencilla e igualitaria.