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Antropología

Buenos Aires - Argentina
Año X - Nº 41 - Nov. / Dic. 2013
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Los hombres santos de la India

Un sadhu es un asceta hindú o un monje que sigue el camino de la penitencia y la austeridad para obtener la iluminación. Es la cuarta fase de la vida en la religión hindú, después de estudiar, de ser padre y de ser peregrino. La tradición sadhu consiste en renunciar a todos los vínculos que los unen a lo terrenal o material en la búsqueda de los verdaderos valores de la vida. Por norma general, un sahdu vive incluido en la sociedad, pero intenta ignorar los placeres y dolores humanos.

 

   

 

A diferencia de otras culturas, en India se ha prestado especial atención y veneración a aquellas personas que dedican su vida al conocimiento y la contemplación. Son dignos de elogio aquellos y aquellas que son capaces de dejarlo todo para dedicarse en cuerpo y alma a perseguir lo divino, lo eterno, lo perfecto. Por eso los sadhu son tan respetados y admirados.

 

Desde el origen, el hinduísmo se propagó a través de sus “monjes” errantes, a diferencia de otras religiones estructuradas o poseedoras de iglesias, monasterios, etc. Precisamente este nomadismo y esta falta de organización o estructura fue uno de los elementos que permitió asegurar su permanencia en momentos de invasiones hostiles externas.

 

Actualmente, por lo general, los sadhu dedican su vida a los rituales, la meditación y el yoga. Suelen ser nómadas y peregrinos, recorren  el país en busca de lugares sagrados y festivales religiosos, y rara vez se establecen mucho tiempo en un mismo sitio. Son vegetarianos estrictos, no beben alcohol, practican la castidad y la renuncia a cualquier tipo de placer material. Son ascetas en el pleno sentido de la palabra y se han despojado de todo lo que tenían, incluyendo  familia, condiciones de casta, etc.

 

Si bien es difícil saberlo, se calcula que hay unos 10 millones de sadhus en todo el país, varones en su mayoría. Los sadhus se dividen en tres principales "akharas" o denominaciones, las cuales fueron establecidas en el siglo VIII por el gran sabio Adi Shankaracharya. Este estableció cuatro "maths" o centros en las cuatro puntas extremas de India. En estos akharas, los sadhus aprenden el control de la mente y del cuerpo hasta ser maestros del yoga.

 

Los Sadhu pasan su primer año de iniciación con sus gurús o maestros, hasta haber aprendido las artes espirituales y de yoga, en ese momento tienen que dejar el gurú para caminar por las calles y bosques, ya que piensan que moverse mantiene el cuerpo en alerta, mientras quedarse en un lugar los hará inactivos.

Se mantienen con los alimentos que les dan la gente, y su sistema de valores es apreciado en toda la India. De hecho se respeta y se venera a los casi 5 millones de sadhus que hay actualmente en el país.


Hay distintas doctrinas y órdenes, según la divinidad que centre su atención y otras costumbres. Algunos de los “tipos” de sadhu son: 

Los sadhu Naga, que suelen tener un aspecto agresivo e imponente. Se caracterizan por su robustez, por ir prácticamente desnudos  -eso significa “naga”- y por sus barbas y melenas enmarañadas.  Suelen cubrirse de cenizas, como símbolo sagrado de la muerte y la resurrección. En su origen eran guerreros que defendían a los hindúes de la invasión musulmana.

 

Los Sadhu Dandi, que son grandes sabios de origen brahman. Se dedican a la meditación y conocen muy bien las escrituras. Suelen llevar un “danda”, un cayado de bambú del que no pueden separarse. 

 

 

 

Los Sadhu  Aghori que, a diferencia del resto de órdenes, no evitan el contacto con todo lo considerado impuro, sino que lo han convertido en su razón de ser: restos humanos, drogas… Se dice que practican el canibalismo y la magia negra, de hecho es habitual verles con calaveras humanas como recipientes para comer o beber.

 

 

Los principios rectores para un sadhu son la renuncia y la disciplina. Han sacrificado toda su vida material, su familia, los placeres de la vida, para dedicarse por completo a la práctica de lo sagrado: el yoga y el control de su propio cuerpo, la meditación, rituales de distinto tipo y penitencias. Por eso el verdadero sadhu es considerado un hombre santo y despierta todo el respeto y la admiración en India, lo que permite que puedan vivir de la limosna.

 

Sadhvi: las mujeres santas de la India

 

Al contrario que muchos Sādhu  jóvenes y de sexo masculino, las mujeres jóvenes y hermosas no suelen verse en comunidad. Cerca del diez por ciento de los Sādhu son mujeres, llamadas sadhvi, pero la mayor parte de ellas son de avanzada edad, pues se convierten en sadhvi después de enviudar.

 

Esto refleja la posición de la mujer, generalmente subordinada en la sociedad india e incluso la posición más marginal aún de las viudas – la creencia popular es que las mujeres tienen que nacer otra vez como hombres antes de que puedan liberarse espiritualmente.

Elegir la vida de Sādhu era -- y es todavía -- casi la única manera  respetable de escapar a la “muerte en vida” de la viudez. Sin embargo, desde tiempos inmemoriales siempre ha habido Sādhus femeninas.

Y, como los hombres, algunas han elegido la vida de Sādhu en sus adolescencias, convencidas como estaban de su predestinación espiritual. Muchas sectas no admiten a mujeres porque los célibes temen sus “influencias  corruptoras”; algunas sectas son mixtas, pero en ese caso las mujeres Sādhus viven en espacios separados; en algunas subsectas de menor importancia todas son mujeres.

Aunque en términos generales su posición en la jerarquía espiritual es inferior a la de los hombres, ha habido siempre grandes santas y las mujeres Sādhu se tratan con mucho respecto -- por ejemplo se dirijen a ellas como “Mataji,” “venerable madre”.

Hace tiempo, las sadhvis también vagaban desnudas.

Una famosa santa, brillante poetisa medieval que vivió en el siglo XII, vagaba cubierta únicamente con sus largas trenzas.

Mahadevi (gran diosa) tal como la llamaron, o Akka (hermana mayor) se enamoró de Śiva, el dios de piel pálida, de la destrucción y el renacimiento, el señor de los yoguis y ascetas. A los diez años, la iniciaron en la adoración de Śiva, que ella llamaba “el Señor Blanco como el jazmín”. Permaneció vagando, como una mujer salvaje, como una diosa intoxicada, buscando por todas partes a su amante divino.

 

 

 

 

 

Fuente:
www.lasociedadgeografica.com
pinterest.com

   
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