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El rococó surgido en Francia bajo el reinado de Luis XV (1715-1774), tomó el relevo del pomposo barroco con zapatos más elegantes y decorados.
Las confrontaciones bélicas que caracterizaron el siglo XVIII (la guerra de sucesión de España, la guerra con el Imperio Otomano, la guerra de independencia de Estados Unidos y la Revolución Francesa, entre otras) devolvieron su importancia a la bota. Además de los modelos estrechos y elegantes de piel suave que lucía la corte (era necesario sumergir el pie en agua y contar con la ayuda de un sirviente para poder calzarse dichas botas), hicieron su entrada las botas robustas de caña alta, que siguieron en uso en el ámbito militar hasta finales del siglo XVIII.
El espíritu de la moda actual se desarrolló durante la Revolución Francesa (1789-1799), con la emancipación de la burguesía. La moda burguesa reflejaba los principios de la revolución: igualdad y fraternidad. A partir de entonces, los nobles prescindieron de los adornos vistosos: se adoptaron colores y formas más discretos, el tacón desapareció.
En el reinado de LUIS XV los zapatos fueron el único calzado admitido en la ciudad, a veces carecían de taco y otras eran muy altos. Los nobles usaban zapatos adornados con hebillas y taco rojo, también las mujeres pusieron de moda unas chinelas de taco muy alto que hacían ver los pies más pequeños.
El calzado de LUIS XVI, se caracterizó por las hebillas.
Al correr los siglos la bota se fue volviendo un implemento exclusivamente masculino, reservándose a la mujer delicadas piezas de calzado que difícilmente les permitían salir de sus casa, transformándose así en una forma de control que sustentaba las relaciones de dependencia cultivadas en la civilización occidental. Apenas se les reconocía el derecho a la bota de montar, pero sólo dentro de las clases sociales más altas, donde había tiempo para actividades ociosas. El resto de la población, aún la que trabajaba con caballos no tenía más posibilidad que trabajar descalzos, y esto incluía a la mujer, la cual nunca estuvo eximida de las fuertes labores rurales.
En el siglo XVIII, las damas de la corte francesa usaban zapatos de brocado con tacón alto cuya elevación podía llegar a los ocho centímetros, y en otros países las mujeres, adoptando la moda llegada de París, se pasaron al llamado “tacón francés”. Con el tiempo, se impuso una polarización en los tacones, pues mientras los de las mujeres se hacían cada vez más altos y estrechos, los de los hombres se reducían (aunque no en las botas de montar).
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