Antecedentes históricos
El daguerrotipo llegó el Río de la Plata cuatro años después de su presentación en París por sus inventores: Niépce y Daguerre.
Muy pronto se difundió por las principales ciudades de Europa y el mundo. A fines de 1839, Hérnico Federico y Carlo Alessandro Jest obtuvieron en Turín, Italia, buenos daguerrotipos en demostraciones públicas, mientras que en Milan arte hasta comenzaba la fabricación de cámaras bajo la dirección de Alessandro Duroni.
Las imágenes estaban impresas en placas de cobre, cubiertas de plata y protegidas por costosos estuches.
A partir de mediados del siglo XIX, llegaron a Buenos Aires varios fotógrafos italianos, con conocimientos de física, química y formación artística en dibujo y pintura.
Durante la primera etapa del daguerrotipo –entre 1840 a 1860– Argentina contó con la presencia de profesionales provenientes de Francia, Alemania, Estados Unidos e Inglaterra, pero desde mediados de la década de 1870 hasta bien entrado el siglo XX la supremacía de los fotógrafos italianos fue casi total.
En la Argentina se realizaron daguerrotipos entre 1843 y 1860, pero su alto costo no permitió que tuviera mayor difusión. En 1848, los diez daguerrotipistas extranjeros que estaban en Buenos Aires realizaban retratos a sus clientes con honorarios que oscilaban entre los cien y doscientos pesos, entre 5 y 10 veces lo que ganaba un dependiente de tienda mensualmente.
La fotografía encontró su camino comercial definitivo cuando se bajaron los tiempos de exposición y se consiguió obtener el ansiado retrato fotográfico. A partir de ese momento la retratística posada en los estudios se convirtió en el segmento más redituable del negocio.
Los estudios fotográficos fueron escasos durante la etapa del daguerrotipo, pero cuando el francés Disdéri patentó en 1854 su revolucionaria “carte-de-visite” que permitía al cliente retirarse con doce pequeños retratos en distintas poses por un precio muy inferior al daguerrotipo, los locales se multiplicaron. Entre 1865 y 1870 las cartes de visite, eran utilizadas como tarjetas de presentación, fueron el único proceso fotográfico utilizado en Buenos Aires.
En plena Guerra del Paraguay abundaban los retratos de soldados que marchaban al frente. Por mucho menos que el precio de un daguerrotipo podían comprar hasta una docena de cartes de visite para repartir entre familiares y amigos. Esto posibilitó la difusión social del retrato fotográfico.
En junio de 1843, en la Gaceta Mercantil, el British Packet y el Diario de la Tarde se publicabanavisos que anunciaban la apertura de una galería de retratos del norteamericano John Elliot. Simultáneamente, la Litografía Argentina, del español Gregorio Ibarra, comunicaba que había recibido de París dos cámaras con todos sus accesorios, para tomar retratos, vistas y planos.
Al mes, Ibarra rifó la cámara y en agosto de 1844, a un año de los primeros avisos de Elliot, estos dejaron de aparecer, por lo que se cree que, al no prosperar el negocio, el fotógrafo abandonó el país.
En 1845, John Amstrong Bennet, otro norteamericano, abrió la segunda galería de daguerrotipos de Buenos Aires, en calle Piedad 121. A fines de 1845 dejó Buenos Aires para establecerse en Bogotá, donde combinó su actividad de retratista con la de agente del gobierno norteamericano.
En 1846, Thomas Columbus Helsby, que dirigía con su hermano William la galería Montevideana, en la capital uruguaya, realizaba frecuentes viajes a Buenos Aires y ejercía el oficio de retratista itinerante. Con el tiempo, ocupó el estudio de Bennet y, hacia 1850, abrió el mejor estudio de Buenos Aires, en los altos de la calle Victoria 37 . En 1853, junto con su hermano, se estableció en Chile, donde tuvieron galerías de prestigio, tanto en Santiago como en Valparaíso.
En 1852, se instaló, en la calle Piedad 98, hoy Bartolomé Mitre, Charles DeForest Fredricks, norteamericano que llegó al Río de la Plata luego de haber sido daguerrotipista itinerante en Venezuela, el Brasil y el Uruguay. Antonio Pozzo se inició junto con De Forest Fredricks. Por su atelier desfiló gran parte de la sociedad porteña. Pozzo fue testigo de grandes momentos. Documentó en 1857 el nacimiento de la primera línea férrea con la primera locomotora argentina “La Porteña”. Retrató al cacique Pincén, prisionero, con su lanza. Y, pagando los gastos de su bolsillo, armó un carromato fotográfico, acompañando a las tropas del general Julio A. Roca en su expedición al Río Negro que terminó con el dominio de los indios en la Patagonia.
Si bien los primeros daguerrotipistas y fotógrafos italianos se radicaron en Buenos Aires y en las principales ciudades del interior, pero poco a poco se fueron estableciendo en zonas cercanas a las colonias agrícolas.
Con los gobiernos que sucedieron a Rosas, comenzaron a difundirse las imágenes oficiales, para lo que se combinó la fidelidad del daguerrotipo con la capacidad de la litografía como medio de reproducción masiva.
En 1853, Amadeo Gras, francés, recibió el encargo de Urquiza de retratar a los convencionales constituyentes reunidos en Santa Fe. Esos daguerrotipos fueron posteriormente reproducidos mediante una serie de láminas litográficas publicadas por los editores Labergue, de París, sin que Gras cobrara sus honorarios, vanamente reclamados.
No sólo en Buenos Aires se podían realizar daguerrotipos, en 1846 el italiano Aristide Stephani abrió la primera galería en la ciudad de Corrientes, donde actuaron también Anselmo Fleurquin y Joaquín Olarán.
En 1855, el alemán Adolfo Alexander llegó desde Chile para hacer daguerrotipos en San Juan y Mendoza.
En 1856, Amadeo Jacques, más tarde rector del Colegio Nacional de Buenos Aires, era daguerrotipista en Santa Fe y Tucumán.
Desiderio Aguiar, sanjuanino, Fergusson, inglés y Walter Bradley, norteamericano, fotografiaban a las principales familias de ganaderos de Dolores, Chascomús, Campana, Baradero, Salto y Colón.
La mayoría de los trabajos encargados eran retratos, las vistas generales de la ciudad eran escasas. Aquí, como en Europa y Estados Unidos, se retrataron enfermos y muertos. En 1848, Helsby ofrecía a su clientela una imagen exacta de la persona querida, que después se puede copiar a la conveniencia en pincel, guardando así perfectamente las facciones y dándole el aspecto de la vida.
Durante el período de apogeo del daguerrotipo- 1855 y 1858- , hubo una sola mujer retratista, Antonia Annat de Brunet, pintora establecida en 1854 en la calle Cuyo 126. Los demás retratistas eran varones, tal el caso de Federico Artigue, Antonio Aldanondo, Bartolomé Bossi, Walter Bradley, Pedro Gartland, Emilio Labore, Francis Meeks, Arthur Terry y Antonio Pozzo.
En 1852, Juan Camaña trajo a Buenos Aires la novedad de los daguerrotipos estereoscópicos, un par de imágenes aparentemente idénticas que, miradas por un visor incluido en el estuche, producían un efecto de relieve. Los fotógrafos parisinos los emplearon masivamente para hacer desnudos femeninos y, en 1851, habían deslumbrado a la reina Victoria en la exposición universal de Londres. Tuvieron escasa difusión por su alto costo.
Después de 1850, otra técnica dio un nuevo impulso a la naciente fotografía: el ambrotipo. También eran positivos únicos pero su soporte no era el cobre sino el vidrio, lo que disminuyó los costos. La mayoría de los ambrotipos corresponde a retratos.
Retrato de Eduardo Carlos Burbridge Arnold (1842-1924). Buenos Aires, ca. 1875. Imagen original tomada por Fermepin Hnos. (1), Estudio de Fotografía y Pintura
Cuyo 180, Buenos Aires.
(1) FERMEPIN, Alfonso:(1805-1871) Fotógrafo y pintor francés, activo en Buenos Aires y Montevideo. Llega a Bs. As en 1836 y comienza a trabajar como retratista al óleo y en miniatura en la calle de la Piedad 17. En 1856 instala una galería de retratos en la calle 25 de mayo 211 de Montevideo. Finalmente se radica en Bs. As y hacia 1865 compra el local de su compatriota Federico Artigue en Buenos Aires, en la calle Cangallo 157. Durante la Guerra del Paraguay realiza reproducciones en formato carte de visite de cuadros alegóricos a los episodios bélicos. En 1867 viaja a Francia, para estudiar los nuevos adelantos en las técnicas de reproducción de imágenes, que luego incorporará a su establecimiento. Durante ese viaje, visita en Burdeos a Federico Artigue, el fotógrafo francés, a quien había comprado su estudio de Bs. As, y este le proporciona información muy útil para el mejoramiento de su establecimiento. Muere en 1871, durante la epidemia de fiebre amarilla en Bs. As, pero su estudio sobrevive, bajo la dirección de sus hijos.
Retrato de Juana Burbridge de Menn, Buenos Aires, siglo XIX. Imagen original tomada por Carlos Roever, (1) calle San Martín 91, Buenos Aires.
(1) ROEVER, Carlos: Fotógrafo de origen alemán, activo en Buenos Aires. En 1862 instala un estudio en la calle San Martín 91, en el que ofrece vistas del bombardeo de Valparaíso por la escuadra española.
Los estudios o ateliers donde se tomaban los retratos durante el siglo XIX, funcionaban como verdaderos teatros: muebles, columnas, balaustradas y cortinados de terciopelo, una puesta en escena que procuraba conferir un entorno social elevado al retratado, ofreciendo, además, servicio de peluquería para damas y préstamo de vestuario.
Los estudios fotográficos italianos abarcaron y documentaron todas las actividades de la colectividad, sus actos, fiestas y los eventos institucionales.
Retrato del matrimonio formado por Micaela Galarregui de Urbieta
y su esposo. Fotografía Sallent, Salta, ca. 1899.
Retrato de Francisco Handú. Fotografía L. Canton, fines del
siglo XIX. Cuyo 302, Buenos Aires
Retrato de Catalina Micaela, Elvira y Francisco Gabriel Handú Galarregui, Buenos Aires, ca. 1900. Imagen original tomada por Estanislao Falcone, Fotografía Relámpago, Lobos, Pcia. de Buenos Aires
Retrato del Dr. Oneto y su hijo Jorge Oneto Burbridge. Buenos
Aires, siglo XX. Imagen original tomadapor J. Stoppani,
Carlos Pellegrini 650, Buenos Aires
Entre los precursores estaba Aristide Stefani, que ofrecía a los vecinos adinerados sus servicios como “retratista al daguerreotipo con la mayor perfección de este arte admirable, sea por fijar los retratos de un modo permanente a lo que puedan conservarse un siglo, sea por su aplicación de los colores de la naturaleza…”
Otro famoso profesional fue Luigi Bártoli, daguerrotipista, muy popular en la colectividad, a la cual otorgó su apoyo incondicional.
Benito Panunzi tomó las primeras y mejores fotografías de Buenos Aires. Hacia el año 1868 realizó las primeras tomas sobre gauchos e indios retratados en su hábitat natural.
Angel Paganelli documentó hacia mediados de la década de 1860 la ciudad de Tucumán, no sólo a través de las imágenes del trabajo en los ingenios azucareros, sino fotografiando la histórica Casa de Tucumán, que pudo ser reconstruida posteriormente gracias a su imagen.
Césare Rocca realizó el más completo registro fotográfico de las instalaciones de la Exposición Nacional de Córdoba de 1871 y Pedro Tappa, trabajó con sus cámaras en la provincia de Santa Fe hacia fines de la década de 1850 con las primeras vistas de la capital y de buena parte de aquellos colonos italianos que vivían en Rafaela.
Como editor fotográfico especializado en vistas de Buenos Aires, se impuso Eduardo Ferrari, mientras que José Caffaro y su familia abrieron una cadena de estudios fotográficos que, partiendo de Buenos Aires, se extendían por el Litoral hasta llegar a la ciudad de Asunción, en Paraguay.
Hacia la década de 1870 los hermanos Césare e Isaaco Bizioli se establecieron en Buenos Aires. Oriundos de Bérgamo, pronto se ganaron la simpatía de la numerosa colonia italiana. El resultado se puede ver hoy en día; los retratos de Bizioli Hermanos son más numerosos que los de todos sus colegas juntos. El éxito los impulsó a inaugurar una sucursal en la flamante capital provincial de La Plata. Césare patentó en 1872 un interesante invento sobre fotografías coloreadas, promocionadas como “retratos eternos”.
En 1881, durante la “Esposizione Industriale Artística Operari” que patrocinó la Societá Unione Operari Italiani, la participación de fotógrafos peninsulares fue muy importante y varios de ellos fueron premiados por la calidad de sus obras. Podemos mencionar a Saverio Stoppani, Luis A. Pozzi, Pedro Avallone, José Lotti y Cía. y Giovanni Capelli. Estas medallas luego se incorporaron orgullosamente en la publicidad fotográfica.
Arquímedes Imazio, se instaló hacia 1875 en Gral. Brown 126, pleno corazón del barrio de La Boca, retratando con su cámara los humildes inmigrantes genoveses que dieron color y leyenda a este sector portuario.
La elaboración industrial de negativos, o placas secas, y los nuevos papeles al gelatino bromuro de plata marcaron nuevos rumbos a fines del siglo XIX.
En esa época, los fotógrafos también recorrían el país para dejar su siempre valioso testimonio y surgían los reporteros gráficos. Las cámaras populares, el uso del color y la fotografía digital son algunas de las innovaciones del siglo XX.
En agosto de 1944, la galería Witcomb expuso seiscientos daguerrotipos, pertenecientes a colecciones públicas y privadas. Su catálogo, editado por el Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, es el inventario más riguroso de las colecciones de daguerrotipos en la Argentina. Reproduce los 242 daguerrotipos y ambrotipos que poseen el Museo Histórico Nacional y el Museo de Luján.
Fuentes
Texto:
Adelman, Jeremy, Cuarterolo, Miguel, Priamo Luis, Los años del daguerrotipo. Primeras fotografías argentinas 1843-1870, Buenos Aires, Fundación Antorchas, 1995. http://www.geocities.com/alloni1/historiaesp.htm
Alexander, Abel : Italianos Pioneros de la Fotografía Argentina http://www.geocities.com/abelalexander/ Museo histórico del Norte-Provincia de Salta- Argentina- http://www.museonor.gov.ar/foto.htm
Imágenes:
Fotos de la familia, Viviana Burbridge.