El calzado en la Argentina colonial
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Cuando los colonos arribaron que hoy constituye la Argentina, el ganado vacuno y caballar poblaba el territorio, de modo que la primera actividad desarrollada fue la vaquería o volteada, la caza y cuereo del ganado. Más adelante, se instala la estancia cimarrona, donde más que criar se agrupa y depreda al ganado,
casi tan irracionalmente como en la primaria vaquería. Siempre por el cuero. Y ese cuero será, en definitiva, la materia prima de toda industria, y el artículo, casi único, de todo comercio.
El cuero, tan abundante, se usará para todo: techos, puertas y ventanas, y hasta las paredes de las habitaciones; ataduras de cuero en sustitución de clavos; trojes o silos fabricados con el
animal entero, parado sobre sus cuatro extremidades y relleno -como en extraña taxidermia- con el grano de trigo; cuero unido en sus extremos, como "pelota", primitivo flotador para cruzar cursos de agua, etc.
Variedades del cuero
Cuero crudo:
Es completamente natural, con su pelo secado al aire, rígido y duro. Se utilizaba para puertas y ventanas, para entoldado y llantas de las carretas –antes de usar el hierro- , cortado en tiras para uniones en lugar de clavos, etc.
Cuero lonjeado:
Es el que se obtiene después de humedecerlo, cuando se le quita el pelo a filo de cuchillo.
Cuero redomoneado:
Es el que se soba ligeramente, a mano o a maceta, pero sin que pierda
del todo su rigidez, para elaborar los lazos y sobeos.
Cuero sobado:
Destinado para los trabajos en tiento -finas tirillas que se entretejen-,
después de un paciente trabajo de ablande que le da especial flexibilidad, también usado para hacer las botas de potro.
Según su uso, se prefiere la procedencia: cuero del espinazo para correones, del cogote para sobeos y cabestros, de los costillares para tientos fuertes
de todo uso, de bolsa testicular para aforrar o retobar mates, cuero de pescuezo de avestruz para "chuspas" o tabaqueras; de tigre para cintos y hasta para lazos, panza de burro para sombreros; de potrillo para cortar finísimos tientos, como hilos de coser, especiales para esterillados, bordados y entramados sobre
cuero crudo o suela, para forrar cabos de rebenques y arreadores, en hermosos entretejidos.
Todos estos conocimientos, pueden parecer hoy exclusivos de iniciados, pero eran habituales al gaucho en la vaquería o la estancia cimarrona, cortando
lonjas, tejiendo trenzas de tientos, haciendo o reparando las prendas de
su ajuar campero, lo que iba señalando su buen gusto, su prolijidad y preocupación por su propia seguridad, desde que de la resistencia y buen
uso de esas prendas podía depender su vida en las faenas.
Este gusto y habilidad del hombre de campo para trenzar y entretejer tientos, proviene, a nuestro entender, de dos vertientes muy próximas entre sí: la marinería del antiguo Mediterráneo
español y los artesanos árabes o moros, en hilos o tientos, decorando las prendas de finos cueros teñidos -marroquinería. De esta misma genealogía proviene nuestra artesanía del cuero curtido, en estampados y repujados.
EL GAUCHO
Aunque se han propuesto varias etimologías, no es claro todavía el origen de la palabra “gaucho”. Podría tener su origen en el quechua y mapuche "huacho",
que significa huérfano; otros sostienen que la palabra proviene de las palabras árabes chaouch o chaucho (arriero de animales). Esta hipótesis no parece descabellada puesto que entre los colonizadores llegaron infinidad
de españoles de ascendencia morisca. Justamente, cuando Domingo Faustino Sarmiento, vuelve en 1848 de recorrer Africa, Europa y América, se refiere así
a algunas experiencias por Argelia y otras tierras musulmanas:
"En los desiertos que cruzaban los camellos para llegar a Bagdad o Esmirna, veía nuestros
gauchos en las carretas cruzando el desierto pampeano...
la misma audacia de filibusteros
atravesando soledades. Me sorprendió la semejanza notable que representa el gaucho argentino con el árabe, apiñados en Orán, Esmirna o aduares del desierto en derredor de un cantor
acompañado de una vihuela...los ví recitando canciones plañideras como en nuestra
pampa en que cada pulpería tiene su guitarra para ponerla en manos del
gaucho cantor...con sus tristes melodías...Como el árabe no bebe si la música y los versos no lo excitan....como él no podría
combatir de a pié...no hace sino
una sola persona con su caballo...vive a caballo; trata ,compra y vende a caballo...bebe,come y duerme sobre él. Como el árabe coloca del mismo
lado en su cintura la daga, que cuando saca no es para matar, porqué no es su intención...su objeto es sólo " darle una tajada visible en la cara...
Si hablamos del caballo, sus riendas no se diferencian de las nuestras: tejidas de cuero
y con azoteras...El freno que usa nuestro gaucho es el freno del árabe.
Muchas son las costumbres que rebelan una raíz común".
Su origen es el resultado de la mezcla de dos civilizaciones: la europea
y la de los nativos. Los gauchos desarrollaron una increíble habilidad para dominar el caballo (los cuales atrapaban del ganado cimarrón-salvaje- que habitaba la llanura pampeana), como así también para usar las "boleadoras" (tres piedras ligadas por una cuerda que, al lanzarse, se enredan en las
patas de las reses), el cuchillo, el lazo y las técnicas adecuadas para la salazón. El gaucho, hombre suelto de las pampas, tendría tres caminos: adaptarse al cambio, enrolarse en las filas de los ejércitos o hacerse resero o tropero, única manera de seguir su vida trashumante de viajar libre por la pampa y
dormir con el recado de almohada y las estrellas como techo.
Era una persona de gran respeto y de palabras cumplir, también conocido por
su solidaridad
y favores o “gauchadas”.
La bota de potro
La bota de potro fue una de las prendas que mas usó el gaucho y que él mismo confeccionaba. Las alpargatas, que habían traído los españoles y se usaron mucho; requerían tener dinero para adquirirlas. Nuestro gaucho, hombre ingenioso, ideó como calzarse sin gasto, ya que el material que necesitaba
era lo que entonces más abundaba en los campos: los caballos. De la pata de un potro se confeccionó sus botas. Éstas podían ser peludas o lonjeadas. De conservar el pelo, quedaban muy vistosas si las patas del animal del que se sacó el cuero tenía manchas simétricas. Era tal la cantidad de caballos que pululaban en salvaje libertad, que el paisano se podía dar el lujo de tener
para el invierno botas con pelo, y para el verano las lonjeadas.
Es una bota de fabricación propia, de cuero crudo, bien sobado, que se saca
de la pata de un potro, potrillo, vaca o ternera, yegua o gato. Para obtenerla se
hacen 2 cortes transversales en el animal, uno en el muslo, lo más arriba
posible y el otro un poco más arriba del vaso. Se quita tironeando y dándole
vuelta de arriba hacia abajo, muchas veces se puede ir ayudando con un
cuchillo, y cortarle el extremo de la pata para que el cuero salga mejor.
Lo primero a realizar es el descarne, sacándole la mayor cantidad de tejido subcutáneo, salvo en el tramo garrón-vaso, que es donde irá el pie y suele ser
la parte más firme y resistente.
Luego se puede quitar el pelo, este proceso, o “lonjeado” consiste en afeitar
con un cuchillo muy afilado y a pelo, no a contrapelo. Partidas en la punta, dejan al descubierto los dedos
de los pies para asegurarse mejor en el estribo, de forma triangular y tan pequeño,
que apenas cabe el dedo principal.
La bota de potro empezó a usarse desde el año 1785, como calzado
rural en el sur de América Meridional. (Coluccio, 1950, p.52 y Assuncao,1991, p.41-53). A veces, hecha con cuero de gato montés o pajero, o con las patas traseras del puma o yaguareté, se trata de una herencia cultural europea, más estrictamente mediterránea, recibida por el gaucho a través de sus genitores españoles, vinculada a la cultura de la mula o de los arrieros, probablemente emparentada con los provincianos de Asturias, Galicia y León, vinculada a la utilización de asnos y mulares como animales de silla y carga. Desapareció, por los altos precios del ganado caballar y vacuno y por el desarrollo de los calzados industriales de uso rural, de bajo costo y de fácil obtención, la bota de
confección de cuero curtido y la alpargata.
En la Banda Oriental, la bota de potro, era permitida por el cabildo, no la de vaca, permitida en años anteriores para evitar la depredación y utilizar el ganado vacuno para cría y engorde con destino a la industria del tasajo (saladero desde 1780). En los primeros años del siglo XX era una rareza en la campaña
uruguaya. Después sólo los tradicionalistas y nativistas las hicieron reaparecer. (Assuncao, 1991, p.41-53).
Generalmente con todos los dedos al descubierto, por lo general usada sin medias. De tratarse de un estanciero o de hombre más prolijo, la bota era cerrada y usaba medias de lana o de algodón, hasta las rodillas, de uno
o varios colores. Las cañas de las botas o iban estiradas y sujetas con
una guasca o una cinta con borlas, de tejido color vivo, llamadas ligas o se
doblaban casi al tobillo.
Solían usar espuelas, se aseguraban a los talones para acicatear al caballo. Generalmente eran de hierro, aunque en infinidad de formas y tamaños;
de plata, primorosamente cinceladas, y hasta con incrustaciones de oro. Iban sujetas a las botas siempre que el hombre estuviera sobre el caballo o
en pie de marcha, las más usadas eran
las de bronce -llamado latón por los españoles- metal amarillo, o las de buena plata del Perú.
Emeric Essex Vidal en "Ilustraciones Pintorescas de Buenos Aires y
Montevideo", Londres, 1820, dice:
"Botas, de las que se usan generalmente entre las clases bajas en el campo, hechas con
la piel de las patas traseras de potro, la cual se corta en tiras,
desde la parte superior del
anca hasta un poco más abajo de la rodilla, raspándole la cerda. La curva de la rodilla se usa para el talón, y de la parte donde se
corta bajo la rodilla sale el dedo gordo del pie, el cual se pone en el estribo.
Los indios traen las botas al mercado secas y endurecidas, pero
antes
de usarlas se las ablanda con grasa."
Por su parte, Arsène ISABELLE, en su obra Voyage a Buenos-Ayres et a Porto-Alègre, par la Banda-Oriental, les Missions d'Uruguay et la Province de Rio-Grande-do-Sul (de 1830 a 1834). Suivi de considerations
Sur l'état du
Commerce Français à l'exterieur, et principalement au Brésil et au Rio-de-la-Plata. Le Havre J. Morlent 1835 …" 1830-1834. Havre 1835, escribe:
"Las botas de potro fabricadas con la piel, no curtida, de la pierna del caballo,
de manera
de dejar los dedos de los pies libres; el codo de la pata forma
el talón de la bota. Otros, principalmente en Entre-Ríos, se sirven de cueros de gato salvaje (botas de gato). Ocurre seguido que un gaucho mata un potro (potrillo) únicamente por hacerse unas botas. Pela, afeita bien
el pelo con su cuchillo, siempre bien afilado, hasta que ellas quedan bien suaves. Con esta clase de calzado muy conveniente, por otra parte, para un prolongado ejercicio a caballo, estos hombres son incapaces de soportar una larga marcha a pie,
y por esto, como he dicho antes, es que son los peores infantes del mundo,
pero a caballo: cuidado!".
La alpargata
Etimológicamente la palabra alpargata se relaciona con el vocablo español abarca, para
otros autores la denominación “alpargate/a” parece provenir del árabe "albargat" o del
hispano-árabe “pargat”.
Se usaron también en Panamá, Ecuador, Colombia, Lima, etc. Era, y es, una especie de zapatilla de fuerte loneta con suela de cuerda de yute o cáñamo, enrollado, heredera funcional de la bota de potro. (Assuncao, 1991, p.253-266). Liviana, elástica, resistente, sólida y de buen "agarre" al piso,
tuvo uso bastante generalizado en regiones de España como País Vasco y Cataluña, de donde
no sólo provino también un buen número de inmigrantes, sino distintos útiles y bienes de consumo
en los últimos años del período colonial y aún en los primeros del ciclo independiente.
Al margen de aquellas que traían los propios usuarios y se iban acriollando, desde los años 30 del siglo XIX
llegaron al
Río de la Plata las primeras "formales" importaciones de la útil pilcha ya reclamada intensamente en los medios rurales alrededor de 1865.
Como los ponchos, las telas para chiripás, las bombillas, las calderas, etc. venían de Inglaterra, donde no se usaban las alpargatas, pero en plena revolución
industrial venían consignadas a representantes de firmas de aquel país.
La humilde alpargata encontraría en los vascos desde 1870 una fuente de producción local. Juan Etchegaray desde 1870 empezó la fabricación de alpargatas en el Río de la Plata y en Montevideo en 1890. El mercado aumentó y fue pilcha infaltable en ambos sexos, predilecta de varias generaciones
de criollos y compañera inseparable de la bombacha. (Assuncao, 1991, p.253-266)
DATOS HISTORICOS APORTADOS POR DIVERSOS AUTORES
JUSTO P. SÁENZ (h): Calzado masculino (1820-1900)
REGIÓN PAMPEANA (Provincia de Buenos Aires, Sur de Santa Fe y Córdoba, mitad Este de La Pampa y todo Río Negro). 1820-1852: Botas de potro, cosidas en la punta o de "medio pie".
Espuelas nazarenas, de plata o hierro. 1820-1880: Botas de potro. Espuelas de plata o hierro, de rodete ("nazarenas"). 1860-1900: Bota porteña, de caña blanda, cortita, negra.
Espuelas nazarenas, de plata. Variante: Bota fuerte (de becerro) o alpargatas antiguas con
cintas 5,, medias de lana blancas con franja roja, estiradas hasta bajo de las rótulas.
ARSENE ISABELLE: Calzado gaucho (1830-1834)
Botas de potro y espuelas. Las botas de potro se fabrican con la piel, sin curtir,
de las piernas del caballo, de manera que los dedos queden libres; la curva
de la pierna forma el talón de la bota.
Otros, principalmente en Entre Ríos, se sirven de pieles de gatos salvajes (botas de gato). Sucede a menudo que un gaucho mata un potro tan sólo para hacerse un par de botas. Raspa bien la piel con su cuchillo, siempre muy afilado; después soba las botas con las manos, siempre sobando, hasta que
están bien suaves.
RICHARD ARTHUR SEYMOUR : CALZADO GAUCHESCO (1865-1868)
Botas de confección, con su parte superior roja o verde, úsanse en las grandes ocasiones,
pero las que se ven los días de trabajo, son por lo general de cuero sin curtir, extraídas de las patas traseras de una yegua. El garrón forma el talón, cercenándose la pata del animal justo sobre la articulación del nudo, de manera que, una vez cortada en redondo la piel de la parte superior de la pierna,
toda ella puede sacarse de revés como un guante. Se le raspa
(se lonjea)
el pelo y se soba la bota a mano hasta que queda tan suave como una cabritilla. En la punta, queda abierto un orificio para el dedo gordo, que puede ser
cosido si así se desea, pero lo habitual es que se vea
asomar por él un dedo moreno. Es necesario atarse las botas de potro sobre la pantorrilla con ligas, pues no alcanzan a ceñir la
pierna de uno.
JUAN MANUEL BLANES: CALZADO GAUCHO (1870)
La bota paqueta era de gato, tan fina como la cabritilla y siempre blanca
o con delantal blanco, con los dedos afuera, y las menos paquetas de potro o yegua, muy descarnada pero con delantal blanco. La espuela grande como la de aquí y los más afortunados en el juego, la usaban de plata,
como la de aquí; más tarde el porteño tuvo por charra la espuela muy grande de plata, y la redujo a una espuela muy decente. El rebenque generalmente de mango corto con birolas, pero con zotera larga y ancha.
DICHOS DEL GAUCHO REFERIDOS A LAS BOTAS
"No es para todos la bota de potro" Esta frase, que se oye con frecuencia se completa así: "No es para todos la bota de potro... sino para el que sabe
usarla", aludiendo a que no todo el mundo reúne las condiciones para determinado menester.
"Ponerse las botas" En la época en que los criollos andaban descalzos o con botas de potro,
estar bien calzado era un alarde de quien había logrado mejorar de fortuna o del que aprovechaba una circunstancia favorable para alcanzar una ventaja.
"Es un par de botas" Se dice de una persona muy ignorante y muy torpe.
"Es más bruto que un par de botas o de botas patrias" Las botas patrias,
eran las que proveía
el Estado.
"Flojo como bota de potro bien sobada”. Analogía con la textura suave del cuero bien sobado.
"Hacer la pata ancha" significa enfrentar resueltamente la solución de un problema o dificultad.
EL GAUCHO EN LA PINTURA
Raymond Quinsac de Monvoisin - Soldado de Rosas - 1842
Descanso, óleo de Juan Manuel Blanes
El Chiripá Colorado, óleo de Juan Manuel Blanes
Gaucho Federal, Raymond Quinsac de Monvoisin -1842
Fuentes
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http://www.soygaucho.com
Argentour.com info@argentour.com
http://www.folkloredelnorte.com.ar/bota.htm
GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES | SECRETARIA DE CULTURA | SUBSECRETARIA DE PATRIMONIO CULTURAL - Dirección General de Museos Museo
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http://www.elfolkloreargentino.com/indumentaria/indum_epocas.htm http://tq.educ.ar/grp0001/botaspot.htm Pieske, Carlos Ernesto: “El Gaucho a través de
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BIBLIOGRAFIA
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INCHAUSPE, PEDRO: EL GAUCHO Y SUS COSTUMBRES, Instituto Amigos del Libro Argentino, Buenos Aires, 1955.
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