Desde Colombia
HERNANDO RAFAEL BARLIZA ZUBIRÍA
PLEGARIA

"Yo dije: sois Dioses; todos vosotros sois hijos del Altísimo" (Salmo 82, v. 6)

Gracias te doy, Señor mío, y Dios mío,
Porque un día no lejano
Te volveré a ver…
Por haberme ofrendado
Tu condición de dios, gracias.

¿Seguirá siendo mi vida
lo que ha sido , Mi Señor:
inmenso desierto
donde clamé por agua y pan,
y pequeños oasis,
donde entoné para Tí
cánticos de amor y gratitud?
Sólo Tú lo sabes.
Sin embargo Señor,
Te ruego que no me lleves al Paraíso,
porque allá la existencia
se cuenta por centurias;
porque es deleitoso allá el vivir,
y, así, mi designio no se cumpliría;
olvidarme un poco
de la bienaventuranza que dejé atrás.

Quiero implorarte, Dios mío,
Que me des valor para afrontar
Serenamente la adversidad,
Cuando me visite,
Y un corazón grande,
Para amarte más…
Como no podría nadie
Volver a amarte;
Un corazón generoso
Que me traiga a diario el recuerdo
De que mi vecino es también un dios, como Tú,
a quien debo amar, como a Ti.
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En los estertores del año 29, nació en Río Hacha (Guajira, Colombia), Hernando Barliza Zubiría.
Desde muy niño, su inclinación hacia las letras lo condujo al colegio de moda en aquella época, el Liceo Celedón de Santa Marta.
Ya bachiller, se fue a la fría Bogotá para estudiar en la más polémica y abierta Universidad del país. La Libre.
Siendo abogado recorrió diferentes caminos del Derecho: Juez Municipal de Villanueva (Guajira), hasta llegar a ser Magistrado del Tribunal Administrativo de Santa Marta. (Barranquilla, Colombia).
El sector privado lo atrajo, y se vinculó, entonces, a empresas comercializadoras de automóviles. No obstante, continuó meditando y escribiendo.
Renglones Poéticos, su primer gran libro de poemas, podría calificarse de prosa mística o de poesía carismática.
Es un verdadero canto a lo extracotidiano, a lo puramente celestial, en donde lo espiritual se superpone a lo quark-top. La creencia en lo divino, de este poemario, minimiza las cosas corporales y las doblega a un puritanismo filosófico venido directamente de Dios.
Santa Teresa de Jesús y Elvia Chadid, deben estar complacidas con estos renglones poéticos ya que ellos cubren el querer ser del hombre perfecto.
Abel Ávila
Escritor Colombiano
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